El papa Francisco se ha reunido esta mañana en Cascais con un grupo de jóvenes de Scholas Occurrentes, un proyecto que él mismo promovió y encargó al profesor José María del Corral. Un encuentro en el marco de la JMJ en el que se presentó un mural artístico de tres kilómetros en el que el pontífice dejó su sello.
Tras escuchar los testimonio de varios chicos y chicas, Francisco les ha recordado que es inevitable que en la vida haya crisis. De hecho, han dicho que «una vida sin crisis es una vida aséptica, no tiene sabor a nada, no sirve para nada». Las crisis, ha continuado, «hay que asumirlas y resolverlas», porque tampoco es bueno quedarse en ellas.
También les ha transmitido que la vida del hombre va de transformar el caos en cosmos. Y ha insistido en que una vida que nunca ha sentido el caos, una vida destilada, perfecta, no da fruto, «se muere en sí misma».
El ejemplo del buen samaritano
Tras firmar el mural, el pontífice ha entregado a Scholas Occurrentes un icono que representa la parábola del buen samaritano, con todos los personajes bien representados. De nuevo, Francisco ha tomado el micrófono y les ha recordado que «ningún cristiano está eximido de ser buen samaritano».
Así, el Papa ha criticado la actitud de los bandidos que asaltaron al hombre tirado en el suelo y también la del sacerdote y el levita que no querían quedar impuros al tocar a aquella persona. «Cuántas veces se prefiere la pureza ritual a la cercanía humana», ha reflexionado.
Finalmente, les ha dicho que no hay que escapar de los problemas y ensuciarse las manos: «A veces hay que ensuciarse las manos para no ensuciarse el corazón».