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Francisco, al Foro de Davos: «¿Cómo es posible que la gente siga muriendo de hambre?»

El Papa recuerda a aquellos que tienen poder su «responsabilidad moral» en el desarrollo integral para todos

Pueblos que se mueren de hambre, trabajadores obligados a malvivir por sus salarios, niños sin alfabetizar, familias sin atención médica ni un techo bajo el que cobijarse. ¿Cómo es posible que, con toda la modernidad de 2024, el mundo arrastre aún las grandes lacras de su historia? No es una pregunta retórica, sino una cuestión concreta y crucial que el papa Francisco ha planteado a los cerca de 2.800 jefes de Estado y de Gobierno, directores generales, presidentes de consejos de administración y líderes económicos, empresariales y sociales de 120 países, reunidos en Davos para la 54ª edición del Foro Económico Mundial.

En una carta dirigida al profesor Klaus Schwab, presidente ejecutivo del Foro, el Pontífice ha recordado a los poderosos de la tierra su «responsabilidad moral» en la «lucha contra la pobreza», en la consecución de un «desarrollo integral para todos nuestros hermanos y hermanas», y en la «búsqueda de la convivencia pacífica entre los pueblos».

El texto, leído por el cardenal ghanés Peter Appiah Turkson, presidente de las Pontificias Academias de las Ciencias y de las Ciencias Sociales, destaca el «clima de inestabilidad internacional muy preocupante» en «un mundo cada vez más lacerado, en el que millones de personas cuyos rostros son en su mayoría desconocidos, siguen sufriendo, entre otras cosas por los efectos de conflictos prolongados y de guerras abiertas». Para colmo de males, «las guerras modernas ya no tienen lugar solo en campos de batalla bien definidos, ni implican solo a soldados», pues quienes hacen las guerras no dudan en apuntar a objetivos civiles para sembrar el caos y el terror. 

Con motivo de la celebración del Foro de Davos, Francisco urge a los líderes del mundo a incluir en su agenda «la urgente necesidad de promover la cohesión social, la fraternidad y la reconciliación entre grupos, comunidades y Estados, para afrontar los desafíos que se nos presentan». Como, por ejemplo, la paz, que «solo puede ser fruto de la justicia». Para recuperar la concordia, no solo es necesario «dejar de lado los instrumentos de la guerra», sino «afrontar las injusticias» que están en la raíz de los conflictos. En primer lugar, el hambre, «que sigue afligiendo a regiones enteras del mundo, mientras que otras se caracterizan por un derroche excesivo de alimentos».

Tampoco se puede ignorar «la explotación generalizada de hombres, mujeres y niños obligados a trabajar por bajos salarios y privados de perspectivas reales de desarrollo personal y crecimiento profesional», que no solo debe apelar a unos pocos países, sino a todo el mundo. En un orden global, subraya el Pontífice, «la interdependencia de las naciones y de los pueblos del mundo» tiene «una dimensión fundamentalmente moral, que debe hacerse sentir en los debates económicos, culturales, políticos y religiosos que pretenden configurar el futuro de la comunidad internacional».

Así las cosas, el Papa se dirige al mundo de los negocios y las finanzas, enfatizando que las empresas deben estar «siempre guiadas no solo por la búsqueda de un justo beneficio, sino también por elevados estándares éticos», especialmente en relación con los países menos desarrollados.

En opinión de Francisco, el mundo debe poner proa hacia un desarrollo «auténtico» y «global», «compartido por todas las naciones y en todas las partes del mundo, o retrocederá incluso en áreas caracterizadas hasta ahora por un progreso constante». En su afán por lograrlo, resulta «evidente la necesidad de una acción política internacional» que se concrete en «medidas coordinadas», pues la consecución de este bien común está fuera del alcance de los Estados individuales, superpotencias incluidas.

Por último, el Santo Padre ha llamado a renovar la invitación a niños y jóvenes para «retomar las luchas y conquistas de las generaciones pasadas, apuntando cada vez más alto», puesto que «la bondad, junto con el amor, la justicia y la solidaridad, no se consiguen de una vez para siempre, sino que deben realizarse cada día».

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