El Santo Padre ha recibido a este movimiento en el 80 aniversario de su nacimiento
El papa Francisco ha recibido este jueves a los miembros del Movimiento de los Focolares en el 80 aniversario de su nacimiento. El Santo Padre ha recordado que el 7 de diciembre de 1943, en Trento, en plena Segunda Guerra Mundial y en vísperas de la Inmaculada Concepción, Chiara Lubich pronunció su «sí» entregándose totalmente al Señor.
Al recibir a la presidenta Margaret Karram, al copresidente, Jesús Morán, y a los demás miembros de la Obra de María, el Papa les ha exhortado a ser «testigos y constructores de paz», ya que «el mundo sigue desgarrado por muchos conflictos y sigue necesitando artesanos de la fraternidad y de la paz entre los pueblos y las naciones».
Una unidad armónica
Durante su discurso, el Pontífice ha señalado que «después de dos milenios de cristianismo, de hecho, el anhelo de unidad sigue tomando, en tantas partes del mundo, la forma de un grito agónico que pide a gritos una respuesta». Recordó así el testimonio de Chiara Lubich, sierva de Dios, que escuchó este grito de la humanidad durante la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y luego «decidió dar toda su vida para que se cumpliera ese testamento de Jesús».
Francisco ha destacado que a raíz del sí de Chiara Lubich «se generó una ola de espiritualidad que se extendió por todo el mundo, para decir a todos que es hermoso vivir el Evangelio con una simple palabra: unidad. Pero unidad significa también armonía: unidad armónica».
También ha comentado algunas «actitudes importantes» para el camino futuro del Movimiento de los Focolares, además del compromiso por la paz: vivir el carisma con fidelidad dinámica, acoger los momentos de crisis como una oportunidad para madurar, coherencia y realismo.
Ha invitado a este movimiento a «trabajar para que se realice cada vez más el sueño de una Iglesia plenamente sinodal y misionera, partiendo de las comunidades favoreciendo en ellas un estilo de participación y corresponsabilidad, también a nivel de gobierno». La invitación es a difundir «un clima de escucha recíproca y de calor de familia, en el que nos respetemos y cuidemos los unos de los otros, con particular atención a los más débiles, a los más necesitados de apoyo». Ha pedido también «fidelidad al carisma, sembrar unidad llevando el Evangelio y, sobre todo, estar vigilantes. Vigilantes contra la insidia de la mundanidad espiritual que siempre acecha».
Los cuatro «secretos» de Dios
Por último, ha tenido un comentario ingenioso entre las risas y los aplausos de los presentes, cuando ha indicado que «siempre me gusta recordar que están muy cerca del secreto de Dios, de los cuatro secretos de Dios. Dios tiene cuatro cosas que no puede entender: no sabe cuántas congregaciones de monjas hay; qué piensan los jesuitas; cuánto dinero tienen los salesianos; ¡y de qué se ríen los focolares!».