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Homilías para el domingo 33 TO, A (16-11-2014)

Homilías para el domingo 33 TO, A (16-11-2014)

NVulgata 1 Ps 2 EBibJer2ed (en) – Concordia y ©atena Aurea (en)

 

(1/3) Benedicto XVI, Ángelus 16-11-2008 (de hr es fr en it pt)

(2/3) Benedicto XVI, Ángelus 13-11-2011 (de hr es fr en it pt)

(3/3) San Juan Pablo II, Homilía en la parroquia de Santa María de la Salud 15-11-1981 (es it pt):

«1. “Dichoso el que sigue los caminos del Señor” (Sal 127, 1). Con estas palabras de la sagrada liturgia os expreso la alegría de hallarme hoy entre vosotros (…) y de poderos manifestar personalmente mi profundo cariño (…).

  1. “Dichoso el hombre que teme al Señor” (Sal 127, 4). En la liturgia de este XXXIII domingo “per annum“, que nos prepara al Adviento ya cercano, la Iglesia nos llama a un vigilante y dinámico uso de los talentos que el Señor ha confiado a cada uno de nosotros, y a ser generosos en la correspondencia a las gracias y a los dones que él nos destina.

Por esto, no son dignos del Señor la comunidad o el individuo que, por miedo de comprometerse, se cierran en sí mismos y se desentienden de las realidades de este mundo. Precisamente en el Evangelio de hoy tenemos la actitud típica del que no hace fructificar los dones recibidos: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra” (Mt 25, 24-25).

¿Se puede decir de él que es “dichoso”, porque “ha tenido miedo del Señor”? ¡Ciertamente no! Lo dan a entender las mismas palabras de Cristo. Efectivamente, el Señor de la parábola reprueba el comportamiento de ese siervo. Es un siervo “negligente y holgazán”, que no ha utilizado en absoluto su dinero, no lo ha explotado, sino que sin más lo ha desperdiciado. Y he aquí lo que dice el Señor: “Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene” (Mt 25, 28-29).

Esta parábola de los talentos nos enseña a distinguir el auténtico temor de Dios del falso. El verdadero temor de Dios no es miedo, sino más bien don del Espíritu, por el que se teme ofenderle, entristecerle y no hacer lo suficiente para ser fieles a su voluntad; mientras que el falso temor de Dios se funda sobre la desconfianza en él y sobre el mezquino cálculo humano. Tiene verdadero temor de Dios el que “sigue los caminos del Señor” (Sal 127, 1), tal como se manifestó en el comportamiento del primero y del segundo siervo, alabados ambos por el Señor con las palabras: “Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho” (Mt 25, 21 y 23).

  1. Pero, ¿cuál es el significado de estos talentos evangélicos? Como es sabido, tienen un sentido analógico, y por eso pueden prestarse a varias aplicaciones. La parábola responde, ante todo, a las instancias del Reino: se engañan los que creen cumplir su deber con relación a Dios dándole lo que juzgan lo “suyo”, como dice el siervo holgazán: “Aquí tienen lo tuyo” (Mt 25, 25), es decir, sin pensar que se trata de una relación existencial en la que el hombre debe corresponder con la entrega total de sí mismo, sin soluciones de comodidad o de miedo.

Efectivamente, la parábola, insertada como está en el contexto de la parusía, hace pensar en la plenitud del Reino, como premio de una vigilancia que es espera operante y valiente, en vista de la cual no nos podemos contentar con conservar el tesoro, mucho menos cuando el dejar infructuosos los dones de los diversos talentos es culpa que merece “llanto y rechinar de dientes” (Mt 25, 30). Todo esto comporta para cada uno de los cristianos el compromiso de corresponder a las gracias divinas en orden a la perseverancia final, y exige también la voluntad de construir un mundo nuevo.

Por ejemplo (…), se trata de actuar para transformar cada vez más la parroquia en un centro de promoción espiritual, en una verdadera comunidad de creyentes que alaban al Señor y que, en su nombre, se aman mutuamente, solícitos siempre los unos por las necesidades de los otros. Este esfuerzo mira a contribuir a la solución de los más graves problemas sociales (…), como los problemas de la vivienda, de la desocupación, de la carencia de medios de transporte y de escuelas superiores, la tutela de los ciudadanos frente al fenómeno insistente de la violencia, de la droga y de las malas costumbres (…).

  1. Estos fenómenos negativos amenazan sobre todo la santidad e integridad de la familia. El pasaje del libro de los Proverbios y el Salmo responsorial, que hemos leído hace poco, son muy instructivos a este respecto. En ellos se describe a la mujer ideal en el seno de la familia, y se exaltan sus méritos y la alegría con que ella sabe colmar su hogar. Sus cualidades principales son la laboriosidad, el interés por los pobres, la prudencia, la bondad y la donación total al marido y a los hijos. De este modo ella, empleando sabiamente su talento, realiza con plenitud su vocación de mujer en el ámbito de su familia y en el más amplio de la Iglesia y de la sociedad. En cualquier parte, gracias a la mujer que hace fructificar su talento de fe y de caridad operante, la familia (…) “constituye el fundamento de la sociedad” (Gaudium et spes, 52).
  2. Por esto, de la liturgia de hoy nace una doble llamada a permanecer en Cristo, como hemos escuchado en el canto del Aleluya: “Sé fiel hasta la muerte, dice el Señor, y te daré la corona de la vida eterna” (cf Ap 2, 10), y a vigilar, según la palabra de san Pablo a los Tesalonicenses. También aquí retorna el tema general del empleo generoso de los talentos dados por Dios.

El cristiano no es aquel que pierde el tiempo discutiendo sobre el día y la hora de la venida del Señor, sino más bien aquel que, instruido por las palabras de Jesús, vive en comunión con él, vigilando constantemente. Esta espera, para ser auténtica, debe ser operante. Pablo insiste a los Tesalonicenses para que sean activos en el bien: el bien concreto, el de cada día. Se salvarán los que son vigilantes y sobrios, no los que duermen.

Una certeza guía la vida del cristiano y determina su conducta: ¡El Señor vendrá! Y no hay que considerar su venida solamente en términos escatológicos, es decir, la que tendrá lugar al fin del mundo, sino también la que se realiza en nuestro tiempo y en nuestras vicisitudes cotidianas. De aquí nace también nuestra responsabilidad ante el mundo por su paz y su seguridad (cf 1Ts 5, 3); pero no por “esa paz que reina entre los hombres, infiel, inestable, mudable e incierta…, sino por la paz que proviene de Jerusalén”, como explica san Agustín (Enarr. in Ps., 127, 16), esto es, la paz que garantiza el Señor. Y Continúa el santo obispo de Hipona: “Esta es la paz que os predicamos, la que nosotros mismos amamos y deseamos que améis. Es una paz que conseguirán los que en la tierra han sido pacíficos. Para estar allí en la paz, es necesario ser pacíficos aquí” (Ib.) (…).

Queridísimos feligreses (…): Pidamos al Señor Jesús (…) que la espera activa y confiada del día del Señor sea tal que guíe la vida y determine la conducta. Pidamos un empleo sabio de los talentos recibidos de Dios con amorosa confianza en el Padre, sin dejarnos llevar por el miedo del tercer siervo, porque el miedo en el cristiano no debe subsistir, habiéndose convertido él, con el bautismo, en hijo de Dios y coheredero de Cristo.

Que las palabras del Señor: “Muy bien, siervo bueno y fiel…, entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 21 y 23), se cumplan y se realicen también para cada uno de vosotros. Confío estos deseos a María Santísima (…). Ella os ayudará a descubrir y a poner en juego todos vuestros talentos. Os ayudará a hacer el mejor uso de ellos. Ella (…) no dejará de salvar vuestras almas y de llevaros a Jesús, fruto bendito de su seno. Amén».

LA PALABRA DEL PAPA.– «Jesús, al dar a Simón (…) el título, más aún, el don, el carisma de la fuerza, de la dureza, de la capacidad de resistir y sostener –como es precisamente la naturaleza de una piedra, de una roca, de un peñasco–, asociaba el mensaje de su palabra a la virtud nueva y prodigiosa de este apóstol, que había de tener la función, él y quien le sucediera legítimamente, de testimoniar con incomparable seguridad ese mismo mensaje que llamamos Evangelio» (Pablo VI, Audiencia general 3-4-1968: fr it). «El mensaje de Cristo, de generación en generación, nos ha llegado a través de una cadena de testimonios, de la que Nos formamos un eslabón como sucesor de Pedro, a quien el Señor confió el carisma de la fe sin error» (Pablo VI, Homilía 20-9-1964: it). «Junto a la infalibilidad de las definiciones “ex cáthedra”, existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que así iluminen bien al pueblo cristiano» (San Juan Pablo II, Audiencia general 24-3-1993: es it). «Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su Vicario, ha querido que sea la “piedra” en la que todos puedan apoyarse con seguridad» (Benedicto XVI, Homilía en la capilla Sixtina 20-4-2005: de es fr en it lt pt).

LOS ENLACES A LA NUEVA VULGATA.– «Esta edición de la Neo-Vulgata puede servir también (además de especialmente para la liturgia) para que la tengan en cuenta las versiones en lengua vulgar que se destinan a uso litúrgico y pastoral, y (…) como base segura para los estudios bíblicos» (San Juan Pablo II, Constitución apostólica Scripturarum thesaurus 25-4-1979: de es fr en lt pt). «La palabra sagrada debe presentarse lo más posible tal como es, incluso en lo que tiene de extraño y con los interrogantes que comporta» (Benedicto XVI, Carta al presidente de la C. E. Alemana sobre un cambio en las palabras de la Consagración 14-4-2012: de es fr en it pl pt).

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