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La Iglesia en el Día de Europa: votar es una exigencia moral dentro del compromiso cristiano del servicio a los demás

El Grupo Polis de la Archidiócesis de Toledo y Justicia y Paz Europa alertan de que «el proyecto de integración está en crisis» y piden implicarse por la paz, la defensa de la vida, la democracia y el cuidado de la casa común

Mañana, 9 de mayo, celebramos el Día de Europa, un hito que este año 2024 vendrá marcado por las elecciones al Parlamento Europeo del próximo 9 de junio, que copan la portada de este mes de la revista ECCLESIA. Pese a que, según el Grupo Polis de la Archidiócesis de Toledo, «se trata de una efeméride que suele pasar sin pena ni gloria por nuestro calendario, más allá de algunos actos institucionales y académicos» y que «quienes han nacido en una España integrada en la Unión probablemente no sean tan conscientes de la relevancia de esta realidad para nuestras vidas» esta conmemoración «supone festejar la paz y la unidad de gran parte de nuestro continente», pues «basta con tener presente la historia del siglo XX –o, más en concreto, con pensar en la movilidad de personas, en el libre intercambio de mercancías y su pago con una misma moneda, en la posibilidad de trabajar en cualquier parte del territorio de la Unión o en la ingente cantidad de proyectos realizados en nuestros pueblos y ciudades con fondos europeos–», para caer en la cuenta de su importancia.

Por todo ello, y ante la sempiterna amenaza del abstencionismo, el Grupo Polis quiere alertar en esta ocasión de que «el proyecto de integración europea está en crisis». «Ha de reconocerse –prosigue la declaración– que, en cierto sentido, siempre lo ha estado desde sus propios orígenes (…) Pero en esta ocasión es distinto. Tenemos una guerra en territorio europeo y conflictos abiertos en el resto del mundo que nos afectan directamente (…) Junto con ello, la cuestión de los movimientos de población y el control de las fronteras, lejos de perder relevancia, siguen aumentando en importancia, fáctica y política; no podemos seguir viviendo como si las personas migrantes no existieran y no estuvieran llamando a nuestras puertas, pero tampoco ser tan ingenuos como para obviar que detrás de algunas oleadas hay intereses geopolíticos. El Plan de Recuperación y Resiliencia, lejos de ser un nuevo instrumento financiero, está suponiendo una paulatina, transformación de nuestras organizaciones y estructuras internas (…) Las protestas de los agricultores, que hemos visto hace apenas unos meses en diferentes ciudades europeas, incluidas las nuestras, no son sino expresión de una tensión entre los objetivos de la transición energética y las necesidades de los agricultores y las comunidades rurales, en un contexto de competencia global que pone de manifiesto cuán necesario es tener presente el nivel europeo. Prepararse frente a los retos que trae consigo un mundo cada vez más digital –a nivel de producción industrial, transportes, movilidad, comunicaciones sociales, vida de las personas– supondrá sacrificios con el fin de conseguir un equilibrio entre soberanía tecnológica y bienestar».

Ante semejante coyuntura, desde la Archidiócesis de Toledo se ha querido recordar este 9 de mayo que «desde la perspectiva del Magisterio de la Iglesia, la participación en la vida pública es un deber ciudadano y el ejercicio del derecho al voto una exigencia moral (CEC, 2.240); como señala el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia (n. 565), “el compromiso político es una expresión cualificada y exigente del empeño cristiano al servicio de los demás”». En los próximos años, prosigue, se deberán adoptar decisiones estratégicas en las que, «como ciudadanos, no podemos no implicarnos».

El Comité Ejecutivo de Justicia y Paz Europa, por su parte, también ha emitido una nota con motivo de la efeméride destacando que «estas elecciones marcan un hito histórico, ya que, por primera vez, la juventud de 16 y 17 años de algunos países también puede participar», en lo que supone «un esfuerzo más amplio para implicar y capacitar a este grupo de edad, reconociendo su participación en la configuración del futuro de Europa». Con este espíritu de compromiso democrático, el Comité Ejecutivo de Justicia y Paz Europa hace un llamamiento a las urnas que, más allá del ámbito de los intereses personales, considere los imperativos más amplios del bien común.

En su opinión, «esto implica un enfoque multidimensional que abarque diversas cuestiones críticas que exigen una atención y una acción concertadas». Entre las preocupaciones que enumera el comunicado destacan la preservación de la vida humana, la dignidad y los derechos fundamentales, tanto dentro de Europa como más allá de sus fronteras. «Las libertades fundamentales –recuerdan–, como la libertad religiosa, de creencias, de expresión y de información, constituyen la base de los valores europeos». Simultáneamente, las amenazas existenciales se ciernen sobre la vida humana, con la crisis climática y la pérdida de biodiversidad planteando duros desafíos.

Además, «los cambios demográficos, unidos a las crisis sanitarias emergentes, exigen respuestas políticas innovadoras que den prioridad a la inclusión y la cohesión social. El envejecimiento de la población, exacerbado por la posibilidad de nuevas pandemias, subraya la urgente necesidad de una asistencia sanitaria integral y de sistemas de apoyo que atiendan las necesidades de toda la ciudadanía».

Paralelamente, la difícil situación de las personas refugiadas y emigrantes, obligadas por circunstancias extremas a buscar refugio dentro de las fronteras europeas, subraya el imperativo moral de la compasión y la solidaridad.

El proceso de ampliación, que incluye actualmente a los Balcanes Occidentales, Ucrania, Moldavia y Georgia, supone una promesa cierta de «fomentar el Estado de Derecho y promover la estabilidad en las regiones vecinas». Del mismo modo, este ciclo europeo debe ser fundamental para solidarizarse con las naciones en guerra, «ofreciendo apoyo y ayuda humanitaria para aliviar el sufrimiento humano y restaurar la esperanza en medio de la desesperación».

En definitiva, «las elecciones al Parlamento Europeo ­–concluye Justicia y Paz Europa–, lejos de ser un mero ejercicio de teatro político, representan un testimonio de los perdurables principios de democracia y solidaridad que unen al continente. En el ejercicio de su deber cívico, quienes ejercen su derecho al voto tienen el poder de forjar un futuro definido por la justicia y la paz».

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