Entre derivas idólatras que rozan el panteísmo, instrumentalizaciones espurias del cambio climático y reacciones negacionistas, la Iglesia en España sigue al papa Francisco en su exhortación a superar egoísmos, polémicas y diferencias, y luchar juntos contra un enemigo común que amenaza ni más ni menos que las condiciones básicas para la vida. Con motivo del Tiempo de la Creación, la Conferencia Episcopal organiza el VI Seminario de Ecología Integral, centrado en esta ocasión en la crisis del agua y poniendo, como siempre, a las personas por encima de ideologías, intereses y polémicas de vuelo raso.
«El agua, como bien limitado, se está configurando como un arma de guerra en este contexto de calentamiento global, que es una realidad que ya está aquí», explica Pedro Castelao, doctor en Teología y experto en Antropología Teológica de la Universidad Pontificia Comillas. «La teología —prosigue— aborda la problemática del agua no como algo desconectado, sino como parte de un todo relacionado con la obra del Creador, como un don y una condición para favorecer la biodiversidad, el desarrollo de la especie y la supervivencia futura. En este sentido, la teología nos enseña a interpretar las realidades terrestres con perspectiva divina: si hemos recibido el agua y toda la Creación como un don del Padre, debemos vivirlas como hermanos, con gratuidad, fraternidad y justicia».
El doctor Castelao participará en la última de las tres jornadas del seminario —las tardes de los lunes 18 y 25 de septiembre, y 2 de octubre en la Fundación Pablo VI, aunque también se podrán seguir de manera telemática—, organizado por el Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal, en colaboración con la Fundación Pablo VI y Enlázate por la Justicia, bajo el título La crisis del agua: sequía y el derecho al agua.
El espíritu que recorre y vertebra las conferencias es la Laudato si’ del papa Francisco, donde se afirma de manera clara y enfática que el agua es un derecho fundamental del ser humano, en tanto condición indispensable para que pueda haber vida, y una vida digna y sana. Sin acceso al agua, potable, suficiente y en condiciones de salubridad, «cualquier otra reclamación de derechos es un mero brindis al sol», señala Castelao. A la luz de estas reflexiones, cobra especial importancia la interpretación del Pontífice de que la crisis climática y la crisis de la pobreza son dos caras de una misma moneda, dado que las personas más vulnerables están siendo las primeras y las peor paradas por el impacto del calentamiento global. En la historia de la salvación, la simbología referente al agua es sin duda muy poderosa, como se puede apreciar en la separación de las aguas del Génesis, en el paso del mar Rojo o en el agua del bautismo, «pero el énfasis del cristianismo en la concreción del agua en la justicia es especialmente importante: no solo es un elemento ornamental, sino algo que es base de la vida. Y que haya personas privadas de agua, o con aguas contaminadas, es una injusticia que no se puede permitir de ninguna manera», subraya Castelao.
Por ello, el papel de la Iglesia es fundamental «para no perder de vista la fraternidad, la igualdad y solidaridad a la hora de atender las demandas de todos los seres humanos con respecto a este derecho inalienable», añade. «Existe —advierte— un gran peligro con el cambio climático: que una amenaza global se convierta en una cuestión partidista, y por eso el Papa y la Iglesia están en su lugar, pidiendo dejar a un lado los conflictos y la ideología y recordar los horizontes que hay por encima de los intereses partidistas, pidiendo una reflexión y una acción de todos con vistas a un lugar común: el futuro inmediato de la humanidad».