El rector de la Universidad Pontificia Comillas, Antonio Allende SJ, y Francisco Ramírez Fueyo SJ, decano de la Facultad de Teología, inauguran las XXI Jornadas de Teología, dedicadas a la Ecclesiam suam
«Si la Iglesia debe estar siempre en reforma, también la teología está llamada a renovarse constantemente en su investigación, en su pedagogía, en sus programas y contenidos». Con estas palabras, el decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas, Francisco Ramírez Fueyo SJ, ha inaugurado las XXI Jornadas de la Facultad de Teología, dedicadas este año al 60.º aniversario de la Ecclesiam suam con el título La Iglesia: identidad, reforma y diálogo.
Ante la presencia del nuevo recto de la universidad, Antonio Allende SJ, el decano ha dicho que esta llamada a la renovación viene «desde arriba y desde abajo», sobre todo, marcada por la creciente presencia de laicos comprometidos en esta tarea.
Así, ha dicho que la teología tenderá a acoger la llamada del Papa a salir, «una teología en salida para una Iglesia en salida, invitada a reflexionar sobre el misterio de Dios desde las fronteras sociales y culturales».
Y ha continuado: «Una teología que haga a la Iglesia más misericordiosa, que facilite el ser hospital de campaña. Una teología que ensaye nuevas formas de expresión teológica para traducir las verdades entre ellas a nuevos lenguajes. Una teología que dialogue con la cultura, con la historia, con las ciencias en ejercicio interdisciplinar, quizás incluso transdisciplinar».
Identidad y diálogo
Por su parte, el rector de la Universidad Pontificia Comillas ha señalado la necesidad de la Iglesia de reflexionar «sobre su identidad, enraizada en Cristo», sobre la mejor manera de superar el pecado y sobre cómo dialogar con el mundo de hoy para llevar a él «un mensaje de luz y esperanza».
Así, ha reivindicado el aggiornamento promovido por Pablo VI, que no es lo mismo que asumir «acríticamente los valores mundanos», así como el diálogo con la sociedad de hoy sin polarizar.
Su propuesta la ha resumido de la siguiente manera: «El deber que tiene la Iglesia de profundizar en sí misma, reconocer los defectos de sus miembros, promover una sana conversión y establecer relaciones con el mundo que las rodea».