Después de reunirse con las principales autoridades del país y dirigir un discurso a la sociedad civil y el cuerpo diplomático, el papa Francisco se ha encontrado con representantes de la Iglesia portuguesa, con obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y demás agentes de pastoral. Lo ha hecho con el rezo de vísperas en el Monasterio de los Jerónimos de Lisboa. Allí, tomando el pasaje evangélico en el que Jesús llama a sus discípulos a orillas del mar de Galilea y los invita a volver a lanzar las redes, ha animado a no caer en el cansancio, la desilusión o la rabia. Todo lo contrario, a «ir más allá de la orilla, no para conquistar el mundo, sino para animarlo con la consolación y la alegría del Evangelio».
«Echar de nuevo las redes y abrazar el mundo con la esperanza del Evangelio: ¡a esto estamos llamados! No es tiempo de detenerse y rendirse, de amarrar la barca en tierra o de mirar atrás; no debemos evadir este tiempo porque nos da miedo y refugiarnos en formas y estilos del pasado. No, este es el tiempo de gracia que el Señor nos da para aventurarnos en el mar de la evangelización y de la misión»,
Así, Francisco ha recalcado la necesidad de tomar tres decisiones inspiradas en el Evangelio.
1
Navegar mar adentro
Según el pontífice, para echar de nuevo las redes hay que dejar la orilla de las desilusiones y del inmovilismo y pasar del derrotismo a la fe. Pero para ello, ha añadido, se necesita mucha oración: «Solo en adoración, solo ante el Señor se recuperan el gusto y la pasión por la evangelización». Así se consigue pasar de la nostalgia y los lamentos «a la valentía de navegar mar adentro, sin ideologías ni mundanidad, animados con un único deseo: que el Evangelio llegue a todos». «Vayamos mar adentro, no tengamos miedo de afrontar el mar abierto, porque en medio de la tormenta y de los vientos contrarios, Jesús viene a nuestro encuentro», ha añadido.
2
Llevar adelante juntos la pastoral
Francisco ha hecho una defensa de la Iglesia sinodal, de la comunión, la ayuda recíproca y el camino común. «En la barca de la Iglesia tiene que haber lugar para todos: todos los bautizados están llamados a subir en ella y a echar las redes, comprometiéndose personalmente en el anuncio del Evangelio», ha explicado. También ha dicho que «sin diálogo, corresponsabilidad y participación, la Iglesia envejece» y que el obispo no puede caminar sin su presbiterio ni el pueblo de Dios, ni un sacerdote sin sus compañeros… «Nunca sin los otros, sin el mundo. Sin mundanidad, pero no sin el mundo. En la Iglesia nos ayudamos, nos sostenemos mutuamente y estamos llamados a difundir también fuera un clima constructivo de fraternidad», ha agregado.
3
Ser pescadores de hombre
La última decisión que ha propuesto el santo padre tiene que ir con salir a buscar a las personas para «ayudarlas a salir del abismo donde se habían hundido, salvarlas del mal que amenaza con ahogarlas, resucitarlas de toda forma de muerte». Y ha continuado: «El Evangelio es un anuncio de vida en el mar de la muerte, de libertad en los torbellinos de la esclavitud, de luz en el abismo de las tinieblas».
Por eso, en un contexto de falta de entusiasmo y de valentía, mientras domina la incertidumbre, la precariedad económica y la pobreza de amistad social, ha recordado que la Iglesia está llamada a echar la red del Evangelio «sin señalar con el dedo». Y tiene que hacer una propuesta de vida nueva y llevar la acogida del Evangelio a una sociedad multicultural, la cercanía del Padre a las situaciones de precariedad y de pobreza y el amor de Cristo allí donde la familia es frágil y las relaciones están heridas.
Y ha concluido con una referencia explícita al país anfitrión de esta Jornada Mundial de la Juventud: «¡Soñamos la Iglesia portuguesa como un puerto seguro para quienes afrontan las travesías, los naufragios y las tormentas de la vida!».
Saltándose los papeles, Francisco ha insistido en que la Iglesia no se convierta en una aduana, sino en un lugar donde quepan todos, justos y pecadores, buenos y malos. «Luego que el Señor nos ayude a arreglar ese asunto, pero todos», ha sentenciado.
Antes del rezo de las vísperas, José Ornelas, obispo de Leiria-Fátima y presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, ha saludado al papa en nombre de toda la Iglesia de Portugal y ha mostrado su adhesión. También ha dicho sentirse conmovido por sus llamadas a la alegría del Evangelio y a ser una Iglesia en salida. «Estamos comprometidos en este camino de transformación», ha concluido.