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Mártires del siglo XX en Andalucía: artífices de reconciliación y comunión

El 18 de noviembre la catedral de Sevilla acoge la beatificación de 20 mártires que dieron su vida por su fe durante el siglo XX en Andalucía. El lema es claro: Ofrecí mi vida al Señor, y Él la ha aceptado. Ante esta celebración, el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, ha querido recordar las palabras del escritor Paul Claudel sobre los mártires españoles: «Tantos mártires y ni un solo caso de apostasía», admiraba el francés. Y ha añadido que estas beatificaciones son una ocasión para pedir «la gracia de la conversión para asumir las exigencias de la fe, para que, por intercesión de los mártires y de María Santísima, seamos artífices de reconciliación en la sociedad y artífices de comunión en la Iglesia en España». Los 20 murieron en el año 1936, víctimas de la persecución religiosa. Estas son sus historias.

José Vigil Cabrerizo. Sacerdote de la iglesia del barrio de San Girolamo, de la capital hispalense, fue fusilado el 18 de julio a los 29 años.

Mariano Caballero Rubio. Coadjutor de la Parroquia San Pedro de Huelva, el 22 de julio fue detenido en Punta Umbría, donde estaba refugiado con una familia. Murió de un disparo.Tenía 40 años.

Antonio Jesús Díaz Ramos. Administrador parroquial en Cazalla de la Sierra, revitalizó la vida parroquial. Advertido de la sublevación militar, no abandonó su feligresía, siendo detenido la noche del 18 de julio de 1936. Fue ejecutado a los 39 años.

Gabriel López-Cepero y Muru. Casado y con seis hijos, era miembro del consejo parroquial en Cazalla de la Sierra. Fue asesinado con 61 años.Gabriel López-Cepero y Muru. Casado y con seis hijos, era miembro del consejo parroquial en Cazalla de la Sierra. Fue asesinado con 61 años.

Salvador Lobato Pérez. Administrador de la Parroquia de El Saucejo, murió con su hermano sacerdote Rafael. Tenía 34 años.

Rafael Lobato Pérez. Carpintero, hermano del sacerdote Salvador Lobato. Acompañó a su hermano cuando los revolucionarios fueron a arrestarlo. Fueron asesinados juntos el 21 de agosto. Tenía 31 años.

Enrique Palacios Monrabá. Había terminado el primer curso en el Seminario de Sevilla y pasaba las vacaciones de verano en casa. Fue detenido y asesinado junto a su padre Manuel Palacios, el 5 de agosto. Tenía 19 años.

Juan María Coca Saavedra. Sacerdote coadjutor de la parroquia de Lora del Río, obstaculizó la quema y saqueo de conventos e iglesias. Cuando murió tenía 51 años.

Cristóbal Pérez Pascual. Farmacéutico en Cazalla de la Sierra, su botica era conocida por ser un lugar de caridad, donde llevó a cabo una actividad asistencial y benéfica. Murió en los fusilamientos de Cazalla a los 48 años. 

Mariano López-Cepero y Muru. Casado y con nueve hijos, formaba parte de la Junta parroquial de Cazalla. Fue teniente de alcalde del municipio. Murió asesinado el 5 de agosto en prisión. Tenía 53 años.

Manuel Palacios Rodríguez. Era el padre del seminarista Enrique Palacios. Fue miembro del consejo parroquial de Cazalla de la Sierra. Fue asesinado a los 59 años.

José María Rojas Lobo. Abogado. En el verano del 36 había vuelto a casa con su familia para descansar. Vivía en Madrid, donde preparaba oposiciones. Murió a los 25 años.

Francisco de Asís Arias Rivas. Párroco en Lora del Río. Según la Hermandad de la Soledad de Cantillana, «fue encarcelado por ser sacerdote, dando consuelo espiritual a los demás presos en su cautiverio». Tenía 61 años.

Agustín Alcalá Henke. Seglar abogado. Pertenecía a varias hermandades y socorría a los más necesitados. Fue asesinado el 18 de julio en Alcalá de Guadaíra a los 44 años.

Miguel Borrero Picón. Sacerdote coadjutor en Utrera, fue detenido cuando se había acercado al Ayuntamiento para preguntar por varios detenidos. Murió de un disparo en el pecho a los 52 años.

Rafael Machuca Juárez de Negrón. Al comienzo del verano de 1936, solicitó y obtuvo licencia para tomar las aguas en el balneario de Carratraca (Málaga). Allí fue detenido. Fue asesinado el 31 de agosto de 1936 a los 55 años.

Manuel Luque Ramos. Sacristán de las clarisas de Marchena. Vivía con su madre viuda cuando fue encarcelado. Murió tras ser fusilado, con 43 años.

María Dolores Sobrino Cabrera. Casada y sin hijos, estaba muy comprometida con la vida de la parroquia. Fue fusilada el 23 de julio en la iglesia de Constantina. Tenía 68 años.

Manuel González-Serna Rodríguez. Párroco de Nuestra Señora de la Encarnación de Constantina. Fue detenido y ejecutado en la sacristía del templo por milicianos republicanos. Tenía 56 años.

Pedro Carballo Corrales. Desarrolló una intensa labor pastoral en Guadalcanal. Abrió un colegio parroquial, invitaba a predicadores y arregló la iglesia. Fue detenido y ejecutado. Tenía 49 años.

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