Este lunes la Orquesta de La Música del Reciclaje de Ecoembes ha recibido el Premio ¡Bravo! de Música en la sede de la Conferencia Episcopal Española
Entre notas que resuenan y melodías que transcurren surge una sinfonía única que no solo encanta los oídos, sino que también transforma vidas. Bienvenidos al fascinante mundo de la Orquesta de La Música del Reciclaje, un ensamble musical cuyos instrumentos están construidos con materiales reciclados, desafiando los límites convencionales del arte sonoro. Esta orquesta no solo destaca por su creatividad instrumental, sino también por su noble misión de brindar oportunidades a niños en riesgo de exclusión social. Cada acorde que interpretan es una expresión de esperanza y superación, demostrando que la música puede ser un puente poderoso hacia la inclusión y el empoderamiento.
La propia Orquesta se define como «un proyecto que es un canto a la vida y que pone en valor las segundas oportunidades tanto de las personas como de los envases, ya que todos sus instrumentos están fabricados por el propio luthier de la orquesta con materiales reciclados. Un proyecto, empapado de pasión e ilusión que nos conduce a una sociedad más comprometida». En definitiva, es un esfuerzo inspirador por fusionar la sostenibilidad con la solidaridad. La Música del Reciclaje se erige como un faro luminoso, mostrando cómo la creatividad y la empatía pueden converger para construir un futuro más brillante. Latas, botellas, cartón y otros elementos reciclados se convierten en fuentes de armonía, demostrando que la belleza puede emerger de lugares inesperados.
Sin embargo, la verdadera magia de “La Música del Reciclaje” radica en su compromiso social. Este proyecto va más allá de la creación musical para convertirse en un catalizador de cambio social, ofreciendo oportunidades y apoyo a niños que enfrentan desafíos significativos en sus vidas. La orquesta no solo les brinda acceso a la música, sino que también actúa como un refugio seguro donde encuentran apoyo emocional, desarrollo de habilidades y una red de mentores que los alientan a alcanzar su máximo potencial.
Para conocer de cerca cómo es la realidad y el día a día de esta orquesta, nos atiende Víctor Gil, director musical de la Orquesta. Para él unir la música y el reciclaje es algo «casi metafórico, porque se da una segunda oportunidad a las cosas y también a las personas. Yo por ejemplo toco con un patinete y un bajo roto. De dos cosas que estaban muy mal hicimos una que funciona. Para nosotros es una enseñanza de vida, es saber que existe otra oportunidad y siempre hay una luz en algún momento que se abre, y para nosotros eso es muy importante».
El interés de la Reina Doña Sofía en el proyecto
Por su parte, Elena López, especialista en Comunicación Corporativa y también perteneciente al proyecto de la Orquesta, cuenta que «el proyecto surgió hace 10 años y de una forma un poco casual. Desde Ecoembes en Navidad trajimos para un concierto a la orquesta de instrumentos reciclados de Cateura, que descubrimos en un vídeo y nos pareció muy bonita su historia y todo lo que había detrás. La Reina Doña Sofía vio el anuncio a través de un medio y confirmó su asistencia. Después del concierto cuando nos estamos despidiendo de ella nos comentó que por qué Ecoembes no acogía un proyecto igual en España. Nos hizo ver que en España también había niños en situación de vulnerabilidad y que podían mejorar su vida a través de un proyecto que mezclase la música con los valores ambientales y del reciclaje. Recogimos ese guante y nos pusimos en marcha al crear este proyecto. Fuimos encontrando gente en el camino que enseguida conectó con el proyecto y que están desde el principio».
El proyecto siguió su curso y arrancó con unos niños en Vallecas, concretamente en el Colegio Núñez de Arenas y en la Residencia Infantil Villapaz en Pozuelo. Ambos entrevistados confluyen en que el principio fue «algo complicado», puesto que «teníamos que hacer entender lo que buscaba el proyecto y que no éramos una clase de música extraescolar, sino un proyecto que va un poco más allá y que pretendía dar una oportunidad a niños que de otra manera a lo mejor no la habrían tenido».
El director musical hace hincapié en que en general, «la enseñanza artística está un poco abandonada en el sistema de enseñanza y muchas veces un poco alejado de ciertos círculos». Por su parte, Elena López señala que «en los principios nos enfrentábamos a niños que no habían visto ningún instrumento en su vida y que no sabían nada de música. El mayor reto era mantenerlos sentados en la silla y que prestaran atención». Ambos confluyen en que la gran mayoría de estos niños «encontraron en la música un elemento de unión y un elemento de expresión», pero Gil puntualiza que «es un elemento de unión en cuanto a comunidad y entender que la única manera de encontrar una salida y si existe algún tipo de salvación dentro de la sociedad, va a ser a través de la comunidad. La orquesta tiene y reúne esas condiciones. Esa es la importancia de la orquesta como núcleo o como referencia para ellos y para muchos de ellos es sustituto de cuestiones afectivas que tienen que ver con los familiar. Con todo eso construimos un proyecto que lentamente ya tiene chicos que empezaron estudiando con nosotros música en grupo y ante las exigencias técnicas han tenido que ir evolucionando y ya tienen clases individuales».
«No podíamos fallarles»
Una vez el proyecto arrancó no podía quedarse a medias, ya que como recuerda López «algunos educadores sociales nos hacían ver que eran niños a los que ya habían abandonado alguna vez y no podíamos fallarles. Esto daba un poco de vértigo por la responsabilidad que suponía y es que al final son muchas vidas con las que estás en contacto con sus peculiaridades y lo que buscábamos nosotros era dar un cambio en sus vidas y ayudarles. Los años han ido demostrando que el proyecto ha funcionado y la Orquesta ha crecido un montón».
En el eco de las melodías recicladas y en el corazón de esta orquesta tan especial, encontramos un mensaje claro: la música tiene el poder de transformar no solo los objetos materiales, sino también las vidas de aquellos que la interpretan. “La Música del Reciclaje” ha demostrado ser más que una simple orquesta; es un catalizador de esperanza, inclusión y cambio. Al observar el escenario donde estos talentosos músicos se unen para crear armonías excepcionales, entendemos que la verdadera magia de esta orquesta no solo reside en la música que producen, sino en la comunidad que han construido. Han convertido desafíos en oportunidades, desechos en instrumentos y diferencias en una sinfonía armoniosa de unidad.
Transmitir el cuidado del planeta
Por último, al ser preguntados por la importancia de transmitir el cuidado del planeta, explican que «es algo que está muy presente y no podemos olvidarlo. Estamos viviendo en este mundo y lo estamos perjudicando de una manera en algunos casos de una manera irreversible. O tomamos conciencia y empezamos a trabajar en ese sentido o esto no va a tener solución un poco tiempo. Cualquier actividad que ponga en valor el tema del reciclaje nos va a marcar el trabajo que nos queda por hacer como sociedad».
Al final, La Música del Reciclaje nos deja con una lección valiosa: que la creatividad puede ser una fuerza transformadora, capaz de cambiar el destino de aquellos que más lo necesitan. Estos niños, ahora músicos, nos recuerdan que la verdadera belleza yace en la capacidad de encontrar la esperanza en los lugares menos esperados. Así, mientras las notas finales se desvanecen en el aire, queda claro que esta orquesta ha tejido un tapiz de resiliencia y solidaridad. Que cada eco de su música sea un recordatorio perdurable de que, con determinación y armonía, podemos construir un futuro donde la inclusión y la esperanza sean la partitura central de nuestras vidas.