Los ha invitado a «vencer las divisiones, expulsar del corazón el miedo, la superstición y la magia» y a terminar «con los comportamientos destructivos como la violencia, la infidelidad, la explotación, el consumo de alcohol y drogas»
En uno de los momentos más significativos de su viaje por Asia y Oceanía, el papa Francisco se ha subido este domingo a un avión para trasladarse a Vánimo y visitar a los fieles de la misión que la Iglesia católica mantiene allí. Ha cumplido así la promesa que había hecho a los misioneros de pasar unas horas en este lugar.
A todos ha recordado que «nuestra misión es difundir por doquier, mediante del amor de Dios y de nuestros hermanos, la belleza del Evangelio de Cristo». Tomando como imagen la belleza natural de la zona, el Pontífice les ha dicho que ellos también pueden vivir así, «unidos en armonía con Él y con los hermanos, respetando la casa común y cuidándose mutuamente».
«Mirando a nuestro alrededor, vemos cuán dulce es el panorama de la naturaleza. Pero volviendo a nosotros mismos, nos damos cuenta de que hay un espectáculo aún más hermoso: el de lo que crece en nosotros cuando nos amamos mutuamente», ha agregado.
En esta tarea de llevar el Evangelio hasta los lugares más recónditos, Francisco ha puesto en valor la labor de tantas personas que, incluso, dejan sus casas para llegar a las zonas más lejanas. Para ellos ha pedido el apoyo de sus comunidades, de modo que pueda cumplir el mandato «con serenidad», sobre todo, cuando tienen que conciliar esta tarea con la vida familiar.
Pero, ha añadido, hay más formas de ayudar. Y una de ellas es que cada uno testimonie en los lugares que habita —casa, escuela, trabajo…— la belleza de una comunidad que se ama.
«Formaremos así, cada vez más, como una gran orquesta, capaz, con sus notas, de acabar con las rivalidades, de vencer las divisiones, de expulsar del corazón de las personas el miedo, la superstición y la magia; de terminar con los comportamientos destructivos como la violencia, la infidelidad, la explotación, el consumo de alcohol y drogas», ha sentenciado.
Y ha concluido: «Queridos amigos: muchos turistas, después de haber visitado vuestro país, regresan a sus casas diciendo que han visto el paraíso. Se refieren, sobre todo, a los atractivos paisajísticos y medioambientales de los que han disfrutado. Sin embargo, sabemos, como hemos dicho, que el mayor tesoro no es ese. Hay otro, más bello y fascinante, que se encuentra en vuestros corazones y que se manifiesta en la caridad con la que se aman».
Tras el encuentro, Francisco se ha reunido con un grupo de misioneros de forma privada y ha emprendido el viaje de regreso a Port Moresby. Este lunes mantendrá el último encuentro de su visita a Papúa Nueva Guinea, con jóvenes, y partirá rumbo a Timor Oriental.