Francisco ha dedicado su catequesis semanal, dentro de la serie sobre el Espíritu Santo, al combate contra el maligno
El papa Francisco ha advertido este miércoles, durante la audiencia general, sobre el diablo. Y lo ha hecho porque, ha dicho el Pontífice, «en un cierto nivel cultural, se cree que sencillamente no existe».
«Es astuto: nos hace creer que no existe y así lo domina todo. Es astuto. Sin embargo, nuestro mundo tecnológico y secularizado está repleto de magos, ocultismo, espiritismo, astrólogos, vendedores de amuletos y hechizos y, por desgracia, de verdaderas sectas satánicas. Expulsado por la puerta, el diablo ha vuelto a entrar, podría decirse, por la ventana. Expulsado con la fe, vuelve a entrar con la superstición. Y si eres supersticioso, inconscientemente estás dialogando con el diablo. Con el diablo no se dialoga», ha afirmado.
También ha dicho que la prueba de que el demonio existe no se encuentra en los pecadores ni en los poseídos, sino en los santos. «Sí, es cierto que el diablo está presente y activo en ciertas formas extremas. Sin embargo, por esta vía es prácticamente imposible llegar, en cada caso particular, a la certeza de que se trata efectivamente de él. Por eso, la Iglesia es muy prudente y rigurosa en el ejercicio del exorcismo, ¡a diferencia de lo que ocurre, lamentablemente, en ciertas películas!», ha añadido.
Y continúa: «Es en la vida de los santos, precisamente ahí, donde el demonio se ve obligado a salir al descubierto, a ponerse a contraluz. Unos más, otros menos, todos los santos y todos los grandes creyentes dan testimonio de su lucha contra esta oscura realidad, y no se puede suponer honestamente que todos ellos fueran unos ilusos o meras víctimas de los prejuicios de su época».
En el mundo moderno, Francisco ha señalado algunas cuestiones en las que se cuela el diablo: «Pensemos en la pornografía en Internet, detrás de la cual hay un mercado muy floreciente, todos lo sabemos. Ahí trabaja el diablo. Se trata de un fenómeno fuertemente extendido del que los cristianos deben precaverse y que deben rechazar enérgicamente. Porque cualquier teléfono móvil tiene acceso a esta brutalidad, a este lenguaje del diablo: la pornografía en línea».