En el lunes de la Octava de Pascua ha animado a cultivar la alegría de la resurrección acercándose a Jesús en la Eucaristía, el perdón, la oración y la caridad
«La resurrección de Jesús no es solo una noticia maravillosa o el final feliz de una historia, sino algo que cambia nuestras vidas por completo y para siempre. Es la victoria de la vida sobre la muerte, de la esperanza sobre el desaliento. Jesús ha atravesado la oscuridad de la tumba y vive para siempre: su presencia puede llenarlo todo de luz». Con estas palabras, el papa Francisco ha animado, en el Regina Coeli de este lunes de la Octava de Pascua, a transmitir esta gran alegría.
Y ha añadido: «Compartir la alegría es una experiencia maravillosa, que aprendemos desde muy pequeños: pensemos en un niño que saca una buena nota en la escuela y no ve la hora de enseñársela a sus padres, o en un joven que logra su primer éxito deportivo, o en una familia en la que nace un niño».
Porque, según ha dicho el Pontífice, la alegría de la resurrección «no es algo lejano», sino que está cerca, porque nos fue dada el día de nuestro bautismo. «No tengamos miedo, no nos hundamos en una vida sin esperanza, no renunciemos a la alegría de la Pascua. Al contrario, alimentemos la alegría de Jesús, que es el motor de la vida», ha agregado.
Así, ha dicho que para alimentar esta alegría es necesario encontrarse con el resucitado, porque él es la fuente que nunca se agota. En concreto, ha pedido buscarlo en la Eucaristía, en su perdón, en la oración y en la caridad.
«Y no olvidemos que la alegría de Jesús crece también de otra manera, como demuestran siempre las mujeres: anunciándola, dando testimonio de ella. Porque la alegría, cuando se comparte, aumenta. La Virgen María, que en Pascua se alegró de su Hijo resucitado, nos ayude a ser sus testigos gozosos», ha concluido.