Queridos hermanos:
Hace diez años que se puso en marcha la iniciativa “Iglesia por el Trabajo Decente”, formada por entidades y organizaciones de inspiración cristiana, con el objetivo de sensibilizar y visibilizar una cuestión central para la sociedad, para las familias y para las personas: el trabajo humano decente.
Esta iniciativa promueve otra forma de actuar en el mundo del trabajo que no sea medir todo por el beneficio y la mentalidad tecnocrática y utilitarista. Una oportunidad especial para expresar el compromiso de la comunidad cristiana con la dignidad de las personas trabajadoras es la Jornada Mundial por el Trabajo Decente que se celebra el día 7 de octubre con el lema “Por ti, por mí, trabajo decente”.
Esta Jornada Mundial pone en evidencia la necesidad de que las personas tengan un trabajo digno para que puedan llevar una vida digna. En nuestros días se trata de una prioridad social y, por eso mismo, una prioridad cristiana, como dice el Papa Francisco.
Para los cristianos, llamados a llevar la buena nueva y a construir el Reino de Dios en medio de “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo”, no es opcional comprometernos con los sufrimientos de las personas y familias trabajadoras. Desde la perspectiva del evangelio, la mirada de Jesús siempre se dirige a los pequeños. Para cuidar el trabajo es necesario prestar una particular atención a los sectores más empobrecidos, vulnerables y excluidos. El paro, la precariedad laboral, la siniestralidad, la pérdida de poder adquisitivo, los problemas de conciliación familiar y de acceso a la vivienda, la ausencia de servicios públicos… impiden la estabilidad de los proyectos vitales y familiares. Según la Doctrina Social de la Iglesia, el trabajo digno es necesario para que las personas puedan desarrollarse plenamente e insertarse en la sociedad.
El empleo y sobre todo el trabajo precario cada vez va perdiendo más su papel de protección frente a la pobreza. Especial atención merecen los jóvenes que tiene mayor tasa de desempleo, temporalidad y trabajos a tiempo parcial, con menos calidad y menor retribución. Los migrantes representan un 13% de la población activa y normalmente se concentran sectores de mayor riesgo y menor protección. Las mujeres, a pesar de los avances sociales, siguen experimentando desigualdad.
La ausencia de un trabajo decente produce cicatrices y malestar en la sociedad, fruto de las heridas y divisiones que provoca el modelo económico basado en la desigualdad escandalosa y humillante entre las personas.
La incorporación de las nuevas tecnologías digitales a los procesos de producción y a los servicios, y la revolución que ya representa la inteligencia artificial, afecta al mundo laboral y nos obliga a pensar otros modos de concebir y organizar el trabajo, sin dejar por ello de estar atentos a las personas que sufren las consecuencias del sistema en este momento.
No sabemos muy bien cómo será el futuro, pero la promoción de la cultura del
cuidado –también en el mundo del trabajo– nos invita a caminar en la dirección de crear las condiciones para una convivencia más justa y humana que ponga la vida de las personas en el centro.
En nuestra diócesis el día 7 de octubre, a las 20h, habrá una concentración en la escalinata de la Ermita de la Paz, en la Plaza Mayor de Cáceres, convocada por la plataforma “Iglesia por el Trabajo Decente”, y seguidamente, a las 20:30 horas, celebraremos una Vigilia de oración en la Parroquia de San Juan Bautista, que concluirá también el Tiempo de la Creación.