Escribo este comentario a mediados del mes de abril aunque aparece, por razones logísticas, a mediados del mes de mayo. Empiezo con esta precisión porque me parece importante dar a conocer el documento sobre la dignidad humana que preparó el Dicasterio para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede. El papa Francisco introdujo cambios importantes y quiso que se publicara. Así se hizo el pasado día 8 de abril. Ha tenido una gran resonancia mundial.
El documento lleva como título Declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana que, según explica en la introducción, “recuerda los principios fundamentales y los supuestos teóricos” para evitar confusiones en torno al término dignidad, denunciando al mismo tiempo las graves y actuales violaciones sobre la misma. Esta última cuestión (la denuncia) la justifica porque “la Iglesia está profundamente convencida de que no se puede separar la fe de la defensa de la dignidad humana, la evangelización de la promoción de una vida digna y la espiritualidad del compromiso por la dignidad de todos los seres humanos”. Se trata de cuestiones que permiten expresar diversos aspectos de la dignidad humana “que pueden estar oscurecidos en la conciencia de muchas personas de hoy en día” y que afectan al conjunto de la comunidad humana, no sólo a la creyente. Está firmado por el Prefecto del mencionado Dicasterio, el Cardenal Fernández y se compone de 66 puntos con pocas páginas de lectura. Ha utilizado un lenguaje inteligible y claro, con muchas citas de los últimos pontífices. Como suelo hacer con otros documentos vaticanos, invito a su lectura.
Así señala trece violaciones graves de la dignidad humana como son: la pobreza, la guerra, el trabajo de los migrantes, la trata de personas, los abusos sexuales, las violencias contra las mujeres, el aborto, la maternidad subrogada, la eutanasia y el suicidio asistido, la teoría de género, el cambio de sexo, la violencia digital. Hay un comentario ilustrativo sobre cada una de ellas que centran la importancia de su naturaleza y la implicación que cada uno de nosotros ha de mantener para que las consecuencias que de ellas se derivan sean menores o, lo que es mejor, fueran anuladas.
Quizás fuera bueno transcribir los párrafos que explican cada una de las violaciones. Para ello deberíamos dedicar el contenido de otros futuros comentarios dominicales. Es imposible reducir el texto en uno solo. Me conformo de momento con que muchos de vosotros os sintierais informados de la existencia del documento porque, con seguridad, habrá tenido grandes referencias en la prensa escrita y en programas de tertulias en emisoras de radio y de televisión. No cabe la menor duda que esas grandes palabras son objeto diario de conversaciones entre nosotros y de preguntas que muchos adolescentes y jóvenes nos afean por ser incapaz nuestro mundo de encontrar soluciones.
A modo de conclusión. El documento vaticano afirma que “el respeto de la dignidad de todos y de cada uno es la base indispensable para la existencia misma de toda sociedad que pretenda fundarse en el derecho justo y no en la fuerza de poder. Es sobre la base del reconocimiento de la dignidad humana como se sostienen los derechos humanos”.
Una última reflexión para los católicos: ilumina la Iglesia una vez más el camino a seguir. Lo ha hecho con coherencia y claridad siempre y tenéis muchos documentos que lo atestiguan. Y una propuesta para los no católicos: el documento apela a la razón e invita a todos a trabajar por la dignidad, independientemente de las circunstancias y los momentos. Es una dignidad infinita porque se quiere asemejar y deriva, de modo simultáneo, de la infinitud del mismo Dios.