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‘Ucrania, no quiero olvidarte’, campaña de ACN España para auxiliar a una población traumatizada tras dos años de guerra

La invasión rusa ha dejado 6,3 millones de refugiados, un 80 % de la población herida de guerra y un tercio de personas con enfermedades mentales. Pero hay una buena noticia: la solidaridad está funcionando.

Al cumplirse dos años de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, Ayuda a la Iglesia Necesitada –ACN España– ha lanzado una campaña de concienciación con un título directo y que no deja lugar a las dudas: «Ucrania, no quiero olvidarte». El objetivo, una vez más, es socorrer a una Iglesia desbordada por las heridas de la guerra, pero con un nuevo y preocupante reto: la prioridad número uno sobre el terreno es, después de 750 días, la atención al trauma de la población. Según ha revelado el director de ACN España, José María Gallardo, «el 80% de los ucranianos están heridos de guerra física o psicológicamente, ya que casi un tercio de la población, en cifras de la OMS, está sufriendo problemas mentales».   

«Si dejáis de hablar de nosotros, dejaremos de existir», ha afirmado el arzobispo mayor de la Iglesia greco católica ucraniana, monseñor Sviatoslav Schevchuk, durante la presentación de la campaña. El riesgo evidente ante la cronificación del conflicto y el estallido de nuevas guerras en otros lugares del mundo es mirar hacia otro lado y caer en una indiferencia cada vez mayor hacia la situación de Ucrania. Según la ONU, la guerra de Putin ha dejado más de 6’3 millones de refugiados y 5 millones de desplazados en el interior del país. El 40% de la población ucraniana depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir «tras dos años conviviendo con la muerte y la agresión sin sentido», en palabras de Gallardo. «Con tantos conflictos abiertos en todo el mundo en la actualidad, corremos el peligro real de que Ucrania sea olvidada y estamos decididos a que esto no suceda», ha añadido el director de ACN España. Desde febrero de 2022, la fundación pontificia ha apoyado a la Iglesia en Ucrania con más de 600 proyectos y más de 15 millones de euros, siendo el país más sostenido por la entidad en 2022 y en 2023.

Otro de los pilares de esta gran campaña está dirigida a los 1.128 seminaristas que hay actualmente en todo el país. La guerra no ha frenado las vocaciones, sino que las ha espoleado, y todas las personas con vocación al sacerdocio reciben ayuda para su formación o sostenimiento desde que comenzó la invasión. Muchos de estos jóvenes son ahora huérfanos y no tienen medios para continuar con su formación. «La guerra es muerte y sufrimiento, pero también una oportunidad de llenar la luz esta oscuridad que están viviendo», ha afirmado Gallardo.

Los efectos a largo plazo en la sociedad son cada vez más graves. Aunque el conflicto se debate en el este del país, toda Ucrania está afectada por esta «guerra invisible» y las familias ucranianas están en «una tortura constante», según monseñor Shevchuk. Los 6.000 sacerdotes y 1.600 religiosos y religiosas están desbordados en la atención a los más necesitados y cada vez más empobrecidos. Por ello, el apoyo de subsistencia para las congregaciones religiosas es también vital para continuar con un trabajo que no tiene fin. «Hay que ayudar a los que ayudan».

La Iglesia greco católica y la del rito latino han sumado fuerzas para poner el foco en la atención al trauma. De esta manera, se está impulsando un gran programa integral en todas las diócesis del país para la sanación de viudas, madres, huérfanos y mujeres cuyos maridos están en el frente, así como de militares traumatizados por la violencia. Este plan integral apoyado por ACN España tiene previsto formar en la atención psicológica y espiritual a sacerdotes, religiosos y laicos. Hasta la fecha, 1.021 personas han sido atendidas en 11 centros del país y la demanda no deja de crecer.

En consonancia con esta estrategia, monseñor Shevchuk ha indicado que «el futuro de la Iglesia en Ucrania depende de cómo seamos capaces de responder a esta necesidad de superar el trauma de la guerra que ya ha afectado al corazón de la sociedad: la familia». En este sentido, ha revelado que el 70% de las parejas que se casaron el año pasado ya se han divorciado. Ayuda a la Iglesia Necesitada también quiere sostener un gran local en la región de Volyn para la rehabilitación espiritual y psicológica de jóvenes y niños afectados por la guerra.

El arzobispo, máxima autoridad de la Iglesia greco católica, no ha dudado en testificar que «lo que está sucediendo ahora en Ucrania es un genocidio. El poder del estado ha decidido eliminar la existencia de toda la nación. Las personas están siendo asesinadas en Ucrania por ser ucranianos. La fe católica está perseguida al máximo en los territorios ocupados».

«La buena noticia de Ucrania es que la solidaridad está funcionando», ha añadido Shevchuk. «Nadie en nuestro país se ha muerto de hambre o de sed en la mayor crisis humanitaria que hemos sufrido desde la II Guerra Mundial. Y eso son buenas noticias», ha puntualizado.

Por su parte, el sacerdote Mateusz Adamski, ha explicado en conexión en directo desde Kiev que la Iglesia sigue con su misión de llevar la esperanza y el anuncio de Jesús, a pesar de los misiles y los drones. Además, trabaja por el perdón y la reconciliación, ya que «rezamos por todos los que nos persiguen y nos agraden. Como dice el Evangelio, tenemos que amar al enemigo. Nuestra esperanza es que esta oración tiene mucha fuerza». Para él, «los primeros meses de invasión, en primera línea de guerra, han sido un tiempo de gracia, donde hemos podido tocar a Cristo vivo, desde nuestra propia disposición a morir, en lo que sin duda es una victoria sobre la muerte y el pecado». También ha reconocido que «nuestra gente está cansada, pero cuanto más cansados están, más se acercan a la Iglesia». «A veces solo hay que tomar las manos de los que lloran, estar allí. No se puede hacer nada más», ha sentenciado monseñor Shevchuk.

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