Teófilo Nieto, de la diócesis de Zamora; Óscar Díaz, por la archidiócesis de Sevilla; y Miguel Ángel González, de Coria-Cáceres, fueron designados por la Plenaria de la Conferencia Episcopal hace unas semanas y ya han sido ratificados por la Secretaría General del Sínodo
Un cura rural, otro de ciudad y un tercero que gasta su vida en la parroquia de un barrio marginal serán los representantes de la Conferencia Episcopal Española (CEE) en el Encuentro Internacional de Párrocos por el Sínodo, que se celebrará en Sacrofano –provincia de Roma– del 28 abril al 2 de mayo. Esta cita de escucha, oración y discernimiento de carácter mundial reunirá en Italia a 300 párrocos elegidos por las respectivas Conferencias Episcopales, así como por las Iglesias orientales católicas.
El pasado mes de marzo, la Asamblea Plenaria de la CEE aprobó los tres nombramientos, que ya han recibido la pertinente ratificación por parte de la Secretaría General del Sínodo, promotora del Encuentro. El perfil de los designados es una respuesta rotunda a las peticiones hechas desde la propia organización, de acuerdo con el Dicasterio para la Evangelización –Sección para la Primera Evangelización y las Nuevas Iglesias Particulares– y el Dicasterio para las Iglesias Orientales.
En primer lugar, Teófilo Nieto Vicente es el sacerdote de España que tiene a su cargo un mayor número de parroquias, 43, en la diócesis de Zamora. Para hacer frente a todas sus responsabilidades, ha conformado un equipo junto a laicos y miembros de vida consagrada en lo que está suponiendo una rica experiencia sinodal. Hace escasos meses, ECCLESIA acompañó a Nieto durante una de sus maratonianas jornadas de domingo y la experiencia quedó plasmada en la portada de la revista del mes de noviembre.
En el caso de Óscar Díaz Malaver, vicario de Evangelización y párroco en la ciudad de Sevilla, se trata de un referente diocesano que, con hasta 500 grupos en la primera fase, se ha implicado sobremanera en el proceso sinodal desde sus inicios.
Por último, Miguel Ángel González Sáiz ejerce como párroco en un barrio marginal de Cáceres, labor que compatibiliza con la de párroco en Salorino, un pequeño pueblo de tan solo 500 habitantes.