La oración de María y de los santos, séptima entrega de los Apuntes, propone una peregrinación basada en la interioridad, la confianza y la memoria para abrir las puertas del corazón a la madre de Dios
Cuando vislumbramos ya la recta final de nuestro itinerario orante, aparece en el horizonte la figura de María. Ella es el hilo más fiable para llegar al corazón de Cristo. Como en las bodas de Caná, cuando la Virgen anima a su hijo a llevar a cabo el primero de sus signos, en esta séptima entrega de los Apuntes sobre la oración se nos empuja a profundizar en nuestra sintonía con Dios. La oración de María y de los santos, título del volumen, nos invita a ir a Jesús por María, itinerario clásico donde los haya, siguiendo su ejemplo de humildad, sin perder nunca de vista ese «haced lo que él os diga». Porque «tener a Dios como padre significa tener a María como madre».
Firmado por Catherine Aubin, religiosa de la Congregación Romana de Santo Domingo, doctora en Teología espiritual con posgrado en Psicología, el libro ofrece ideas frescas con las que afrontar un camino ampliamente trillado. Con un estilo ágil y cuidado, la autora nos propone un viaje interior de profundización en cuatro niveles a la busca y compañía de Dios: «El primer nivel atañe a nuestra lectura o escucha literal […]. El segundo nos lleva a escuchar bajo la forma de la alusión, la sugerencia o la evocación. El tercer nivel es el de la interpretación o de la aclaración. El cuarto es el nivel de la revelación del misterio». Durante este proceso, María «transforma nuestras resistencias y rechazos. Trastoca nuestros proyectos […]. Con una indescriptible delicadeza, nos hace descender de nuestra voluntad. Nos pide habitar en el lugar de la entrega».
Nuestro camino empieza recorriendo el testimonio de María en los Evangelios, donde sus palabras se reducen a siete, si bien se puede apreciar que «existe un nexo entre la identidad de María y los lugares donde vivió», y estas localizaciones bíblicas se convierten en primer objeto del estudio orante. Ya sea en Belén, Nazaret, Galilea o el foco de Caná está María como estuvo siempre, pues «vivió toda su vida delante de hombres que en su mayoría no la vieron, no la oyeron, no la reconocieron». Esta perspectiva, que hoy se llamaría «de género», permite valorar la audacia de una Iglesia que ha reivindicado el valor de una mujer como el más perfecto de los seres humanos a lo largo de los siglos.
Posteriormente, el texto se centra en las escasas palabras de la Virgen transmitidas por los Evangelios, cuyo sentido pleno queda revelado al acudir a sus gestos, sus maneras de comportarse y su mirada. «O, por decirlo de otro modo, en qué y de qué modo nos enseña María a situarnos en nuestras relaciones delante de las personas y los acontecimientos», según la autora.
En la tercera parte, se profundiza en el conocimiento de nuestra madre y en su propuesta de oración recurriendo a otras mujeres, a santas que han tenido «una relación única con María», como santa Catalina Labouré o santa Bernadette. Los textos, puntuados por fragmentos extraídos del himno Acatisto de tradición ortodoxa, nos llevan a «una nueva y profunda revelación de la presencia de María en cada uno de nosotros».
Y así, llegamos al último nivel, la revelación, donde «María prolonga en cada uno de nosotros la confianza que ella vivió a lo largo de toda su vida». Este libro, reconoce Aubin, se dirige «a aquellos que, como Ulises o el hijo pródigo, buscan su camino para volver a encontrar su sitio». Un camino a nuestro corazón, pues, al abrir las puertas de nuestro ser a María, es ella ya quien nos guía en sus peregrinaciones, que «se llaman interioridad, confianza y memoria».