Argüello y Cobo, presidente y vicepresidente de la Conferencia, saludaron a los medios de comunicación juntos. Antes, salieron a la puerta de la sede de la CEE para encontrarse con las víctimas de abusos allí presentes
La nueva cúpula de la Conferencia Episcopal Española, presidente y vicepresidente, Luis Argüello, y José Cobo, recogieron el guante de la llamada a la comunión lanzado el día anterior por el cardenal Juan José Omella y bajaron juntos al saludo ante la prensa, cuando es habitual que solo baje el vicepresidente. Primer gesto al que siguió otro: un saludo a las víctimas de abusos en el seno de la Iglesia, que protestaban fuera.
La decisión de los dos obispos desconcertó a periodistas y cámaras, esperando en la sala de la comparecencia, y que tuvieron que salir corriendo para captar el emocionante momento. Luego lo explicaría así el cardenal Cobo: «Hemos recogido la protesta, pero también la línea que lleva la Conferencia, que lleva la Iglesia. Nos hemos esforzado en todo lo que significa la transparencia y la centralidad de la persona. Hemos escuchado lo que decían y seguiremos quedando con ellos y con todas las asociaciones para que haya un diálogo fluido».
Antes, el nuevo presidente y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, recogió las palabras del cardenal Omella durante la apertura de la Asamblea Plenaria referidas a la necesaria comunión en la Iglesia y ha dicho que esta es «constitutiva en la Iglesia». «Somos de un único bando, el del Evangelio y del Reino de Dios».
Argüello recordó que la CEE es una organización «al servicio de la comunión entre los obispos» y que sus órganos tienen una especial responsabilidad en el cuidado de la colegialidad episcopal y su vinculación con el Papa, así como alentar a que el pueblo de Dios camine unido.
Pero, añadió, también es una tarea que se hace hacia fuera y, por tanto, también tiene que ver con «llevar la noticia del Evangelio a todas las personas». Mostró especialmente preocupación por las situaciones de pobreza del corazón —soledad, falta de sentido…— y por la pobreza material, que ejemplificó con la dificultad de los jóvenes para encontrar un trabajo, casarse y poner en marcha una familia o el drama de los migrantes.
Con todo, y consciente de que los números en la Iglesia «parecen disminuir», que las personas viven alejadas de Dios, dijo que «desde la escucha podemos descubrir latidos del corazón hacia los cuales el Evangelio de Jesucristo tiene una luz».
Por su parte, el cardenal José Cobo puso el foco en el servicio, el servicio a la comunión y a la Iglesia, para que «dialogue amigablemente con nuestro mundo» y señale «pautas de esperanza». Así, dijo que su trabajo es incorporarse a un tren en marcha y recoger lo que se ha hecho antes. También ser facilitador, «hacer las cosas fáciles, posibilitar que la gente se encuentre y que la comunión se trabaje en lo concreto».
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