Católicos y científicos: Ángel Rodríguez de Prada, OSA, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
A Ángel Rodríguez de Prada (1859-1935) se le conoce poco. Fue un agustino astrónomo, es decir un científico católico, además contemporáneo, y español. Un buen resumen de su vida nos ofrece Wikipedia. Se trata de alguien cuya propia existencia deshace el mito laicista de que Iglesia Católica y ciencia son incompatibles.
Dijo de él hace ya unos años Herminio Ramos Pérez:
“Fray Ángel Rodríguez de Prada
Nació en Cobreros, Sanabria, el día 25 de febrero del año 1859. Comenzó sus estudios de Filosofía en el Colegio de Valladolid, destacando desde los primeros cursos entre sus compañeros por su espíritu de trabajo y su talento, también por sus actitudes para las Ciencias Exactas, que más tarde formarían parte de su dedicación y de sus extraordinarios éxitos.
Después de aprobar con notas destacadísimas el tercer año de Filosofía y los tres primeros cursos de Teología y Derecho Canónico y ya ordenado sacerdote en 1883, pasó al Monasterio de El Escorial donde terminó la carrera eclesiástica y dio comienzo a la especial de Ciencias Físico Matemáticas.
Profesor en el Colegio de Alfonso XII y en el de Estudios Superiores de María Cristina, doctor en Ciencias Físico Matemáticas por la Universidad Central, miembro de la Sociedad Astronómica francesa y correspondiente de varias sociedades científicas de España y del extranjero. Así mismo por algún tiempo fue rector del Colegio de Guernica y poco después director de observatorio del Vaticano, el padre Ángel personifica la Ciencia y la Modestia. De su ciencia dan testimonio, aparte de los honrosísimos cargos citados, las obras de indiscutible mérito, que se han ganado el aplauso de los verdaderos amantes de la ciencia.
De trato sencillo y bondadoso, siempre aceptó con disgusto los plácemes y parabienes que de continuo le dedicaron los admiradores, gestos que revelan al humilde religioso que no se gloria de sus talentos, antes bien se complace en vivir retirado con sus libros.
En la flor de la vida, fue un auténtico enamorado de la Astronomía y sus ciencias auxiliares que aprendió en los ratos de ocio que le dejaron sus numerosas tareas como Superior de los Agustinos en Polonia, cuyo cargo desempeñaba en la primera década del siglo veinte residiendo en Cracovia, donde consiguió un gran reconocimiento en todos los sentidos.
Entre sus obras hemos de destacar algunas como la «Atracción universal», que fue su tesis doctoral, «Los resplandores crepusculares», «Apuntes sobre un barómetro», «Eclipses de Sol y de Luna», un «Tratado completo de Matemáticas» y numerosos artículos publicados en la Ciudad de Dios, algunos de ellos coleccionados en un tomo bajo el titulo de «Cuestiones Científicas».
Bastarían estas breves notas de don Ismael Calvo trazadas en la primera década del siglo veinte para darnos a entender con gran fuerza y claridad la personalidad del padre agustino, que fue toda una personalidad en el mundo de números, además de un gran pensador y un hombre serio, entregado, que siguió una línea de conducta consecuente, de un comportamiento y trabajo de sabio, cuya tarjeta de presentación fue siempre la sencillez y la humildad, lección que el sabio astrónomo dejo muy claro a lo largo de su vida, de sus trabajos y de su obra.
Las Ciencias Matemáticas y la Filosofía, pensamiento y entendimiento se enlazan en él, se complementan y suponen una muestra más de esa relación y de ese encuentro feliz, que cuando se da destaca de manera excepcional, como si las letras y los números, las ciencias puras y el pensamiento fueran hermanos a la hora de encajarse conjuntamente en el pensamiento humano.
Buen ejemplo nos dejó el padre Ángel y sus obras constituyen una de las más grandes aportaciones, no sólo al mundo de los números en abstracto, sino saltando a la grandiosidad del universo. En su obra se encajan números y pensamiento con el universo, lo que nos lleva a encontrarnos con una de las primeras relaciones concretas de un sabio que buscando el origen llega a engarzar sabia y prudentemente todo el conjunto, en una obra en la que las inquietudes científicas del Universo escapaban a la capacidad de dominio del pensamiento humano.
Este agustino supo encontrar el lazo de unión que le dio la autoridad reconocida fuera de nuestras fronteras hasta el punto de encajar en las grandes actividades científicas del momento.
Una figura universal en el mundo de la Ciencia al más alto nivel es lo que dejó como señal y huella el padre Ángel todo con la sencillez y la humildad de la que siempre dio ejemplo”.