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Católicos y científicos: Carlos Rodríguez López-Neuyra, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Católicos y científicos: Carlos Rodríguez López-Neuyra, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

 

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) llevó a cabo una tarea descentralizadora de la ciencia de la que se benefició Andalucía. Concretamente en el plano de la ciencia experimental, se cumplen 75 años de la fundación del Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra (IPBLN), efeméride que sorprendentemente ha pasado totalmente desapercibida, y de la que apenas sí hay un logotipo que incluímos en este artículo.

El cordobés Carlos López Neyra (1885-1958) fue uno de los parasitólogos más importantes del mundo en su época. Hay quien sostiene que es el científico español más citado de todos los tiempos, por encima incluso de Cajal. Gran experto en helmintología –ciencia dedicada a los gusanos parásitos humanos- señaló a san Isidoro, patrono del CSIC, como el padre español y acaso universal de dicha disciplina.

El grueso de su formación lo realizó en la Edad de Plata, y su actividad científico docente continuó tras la Guerra Civil, siendo pues López Neyra un exponente y prueba fehaciente de que la ciencia en España sobrevivió, y la hicieron seguir adelante principalmente católicos como él, que además disfrutaron del esfuerzo descentralizador del CSIC.

Bautizado a los seis días en la parroquia de San Andrés, se casó en 1917 en la parroquia de San José. Destacó su humildad y sentido de la justicia, que le llevaron a ayudar a los pobres del barrio de San José. Aprendió a tocar piano con el organista de la Catedral de Córdoba. En 1947 al celebrar la Facultad de Veterinaria de Córdoba el primer centenario de su creación, se le invitó a dar una conferencia que tituló “Conexiones cordobesas con la parasitología”, en la cual, al referirse a su llegada a Madrid tras quedarse huérfano de padre dijo “…bien pronto me decidí por la farmacia, y marché con mi buenísima madre y tres hermanos a Madrid, sin otros valimientos que una modestísima viudedad, y la protección divina que nunca me faltó”. En su discurso de entrada en la Real Academia de Medicina de Granada el 24 de enero de 1948 se refirió a España como tierra de María Santísima. Cronistas de su vida tras su fallecimiento indicaron “El cumplimiento de su deber científico no le distrajo, hasta el último momento, hasta el último instante, de su deber como cristiano. Lección magistral la que ha legado a la posteridad. Todo, hasta el último momento de su permanencia entre nosotros, ha sido humilde. Lo ha sido su mortaja, sencilla sábana blanca…”. En el libro “El profesor López-Neyra. Sabio Andaluz” (1999) Constantino M. Pleguezuelos recoge todo lo que se puede decir de López-Neyra y que está accesible también por internet. En dicha obra se afirma que la actividad de López Neyra echaba por tierra por sí sola la desacertada frase de Masson de Moviliers sobre que España no había aportado nada a la ciencia y que desencadenó la famosa polémica de la ciencia española en la que tan brillantemente intervino Menéndez Pelayo. Los católicos y científicos fundadores del CSIC, Albareda e Ibáñez-Martín, le rindieron también sentido reconocimiento y homenaje en vida, aparte de dotarle de medios para el mantenimiento de su escuela y sus laboratorios, cuya actividad le llevaron a mantener una extraordinaria relación incluso con la Rusia de la época, donde todavía hoy se le profesa admiración.

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