Las jornadas del encuentro celebrado en Medina del Campo profundizaron en asuntos como el diálogo intergeneracional, la presencia en las redes sociales o la mayor implicación como “ciudadanos de primera en la Iglesia institución”.
Con una eucaristía oficiada por el Arzobispo de la Archidiócesis de Valladolid, Luis Argüello García, y retransmitida por RTVE, seguida de un acto presidido por Francisco Romero Galván, director de la Comisión de Evangelización de la Conferencia Episcopal, se ha cerrado hoy el XXXV Encuentro Nacional de Cofradías que ha tenido lugar esta semana en Medina del Campo.
Una reunión que comenzó apelando al “espíritu de Villagarcía” de Campos, cercana localidad en el que se celebró, en 1985, el primer encuentro. El recuerdo de aquel impulso original y sus valores fundamentales, que las hermandades se afanan por conservar, se proyectó hacia el el futuro desde el mismo lema de la edición medinense: “Cofrades y Cofradías en la Iglesia del Siglo XXI”.
El núcleo del evento lo constituyeron las cinco mesas de trabajo que analizaron los principales retos que se les presenta a las hermandades: desde la “necesidad de cambio cofrade ante la crisis actual” de valores en una sociedad desacralizada, al diálogo entre diferentes generaciones”, pasando por las diferentes fórmulas y formatos de la “comunicación y difusión” del mensaje evangélico del mundo cofrade o el papel de las cofradías “como comunidad y en la Iglesia”.
Mayor presencia en las redes sociales
El decisivo terreno de juego de las nuevas tecnologías, con las redes sociales en primer plano, fue uno de los temas recurrentes. Más allá de la complejidad tecnológica, los expertos resaltaron el esfuerzo extra por las limitaciones que supone la regulación sobre la protección de datos.
Un ecosistema, el de las nuevas tecnologías, que conectaba lógicamente con el diálogo intergeneracional. Pero este iba más allá de las nuevas formas de comunicación para entrar de lleno en la necesidad de dar paso a los jóvenes en los órganos de gobierno y en los foros de reflexión. Otro pilar de la actividad cofrade, la caridad, fue objeto de análisis. Se recordó que no se trata solo de una “cuestión de dinero”, sino de estar a disposición a quienes lo necesitan, con especial a la actual pandemia de soledad y a la corrección fraterna.
También se incidió en los problemas de convivencia dentro de las hermandades, con algún toque de atención a los conflictos internos, especialmente aquellos que surgen en los periodos electorales, en los que llegan a producirse auténticas rupturas. Y se instó a potenciar la implicación de los cofrades como “laicos especialmente implicados” tanto en la sociedad civil como en la Iglesia: “Queremos ser considerados ciudadanos de primera en la Iglesia institución”, explicitó una de las mesas en sus conclusiones.
El trabajo de análisis, el debate y la reflexión estuvieron trufados de actos litúrgicos como el Rosario extraordinario en las calles de la villa por la Cofradía Penitencial Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna; la procesión extraordinaria por el X Aniversario de la Cofradía de Cristo en su Mayor Desamparo, en homenaje a Ricardo Flecha Barrio; o la bajada y traslado del Cristo de Santa Clara al Castillo de la Mota.
El recogimiento y la emoción de la devoción popular a las imágenes de la Pasión recordaron en todo momento el espíritu cofrade, que atraviesa las décadas para perseverar en la fe.