Elena y José Antonio acuden cada sábado a la cárcel de Zuera (Zaragoza) para hablar a los presos sobre estos beatos
En el panorama de la historia religiosa, hay figuras que, aunque no siempre se sitúen en el centro de los reflectores, irradian una luz especial por su fe inquebrantable y su resiliencia ante las adversidades. Entre esas figuras destacan los beatos gitanos Emilia y Ceferino, cuyas vidas están marcadas por la devoción, la bondad y la capacidad de superación. Desde una edad temprana, Emilia y Ceferino mostraron una profunda devoción por Dios y un compromiso firme con los valores cristianos. A pesar de las limitaciones sociales y económicas que enfrentaban, su hogar se convirtió en un santuario de amor, donde la fe y la solidaridad eran los pilares fundamentales.
El legado de los beatos gitanos Emilia y Ceferino alcanzó su punto culminante en los momentos finales de sus vidas. En un acto de valentía y fidelidad a su fe, Ceferino fue martirizado durante la Guerra Civil Española por negarse a renunciar a sus creencias religiosas. Su firmeza en medio de la persecución y el sufrimiento lo convirtieron en un símbolo de resistencia y fortaleza espiritual. Emilia, aunque no fue martirizada, continuó viviendo su fe con fervor hasta el final de sus días. Su ejemplo inspirador sigue siendo recordado como un faro de esperanza y amor en tiempos oscuros.
«Cuentan los planes de Dios»
En 1997, Emilia y Ceferino fueron beatificados por el Papa Juan Pablo II, quienes desde entonces han sido venerados como modelos de santidad y virtud. Su fiesta se celebra el 4 de mayo, día en que la Iglesia Católica conmemora su memoria y su legado. Elena y José Antonio, un matrimonio de la archidiócesis de Zaragoza, han llevado el testimonio de estos beatos gitanos hasta la cárcel. En primer lugar indican que «en la vida del cristiano no cuentan los planes propios sino los planes de Dios. Él nos guió hace un año y nos puso en el corazón el deseo de dar a conocer a los presos gitanos del Centro Penitenciario de Zuera (Zaragoza) la vida de los mártires gitanos Ceferino y Emilia. Fuimos con la idea de dar dos charlas durante dos sábados y Dios Nuestro Señor tenía otros planes…».
Ahora acuden cada sábado a la cárcel a dar testimonio de estos beatos. «Los sábados estamos cuatro horas, desde las 9:00 hasta las 13:00 con ellos, con el único fin de despertar su fe a través de los Mártires y del Evangelio; solo hay un propósito: ganar estas almas, que un día se extraviaron, para su reencuentro dichoso con el Señor. Él, como Padre, no quiere perderlos y ellos, como hijos, desean ese abrazo con todas sus fuerzas».
«Se han vivido momentos preciosos»
Durante ese tiempo, el matrimonio explica que «se han vivido momentos preciosos; no hay riquezas en el mundo ni satisfacciones mundanas que puedan igualar la dicha de este tiempo. Ha habido abortos concertados y con fecha que no se han producido gracias a una de esas charlas donde el Espíritu Santo tocó el corazón de esa madre y decidió dejar nacer a su bebé. También hemos visto cómo padres que no querían relación con sus hijos por el sufrimiento y la reincidencia de estos muchachos en su mal camino y ahora esos hijos ha dado un giro a su vida en el nombre de Dios y tienen una unión como hacía años no tenían».
Por último detallan que «como oímos una vez: ‘Dios no elige a los capacitados, sino que capacita a los que elige’. Nosotros no tenemos una gran preparación teológica, pero nos mueve el amor a Dios y a nuestra raza gitana y eso es lo que ha hecho que esto tuviera los resultados que ha tenido. Todos estos internos han entrado en nuestro corazón para no salir nunca. Estad atentos a las llamadas de Dios y no tengáis miedo; si vamos con Él y trabajamos para Él todo saldrá según su voluntad».