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Navidad en un puerto lejos de casa

Muchos recordamos aquel anuncio televisivo que reflejaba la vuelta a casa del familiar querido justo a tiempo para celebrar la Navidad. La entrañable música acompañaba el sentimiento de alegría de los protagonistas y hacía partícipes a los espectadores del final feliz.

Pero hay mucha gente, que a causa de su trabajo, no puede pasar una Navidad como refleja el inolvidable anuncio. La sociedad siempre tiene en cuenta a algunos de esos colectivos en sus oraciones y pensamientos de gratitud: sanitarios, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, trabajadores de transporte público… pero existe un gremio que la sociedad tiende a olvidar, pese a estar compuesto por trabajadores esenciales y que nos hacen falta especialmente en Navidad, cuando las compras se multiplican y los stocks en las tiendas están al completo: los trabajadores de la mar.

Para ellos, los voluntarios en Stella Maris en Tarragona y en el resto del mundo, ya desde el Adviento, se convierten en la familia del anuncio que recibe a esos miembros justo a tiempo de celebrar la Navidad.

Una tradición en los centros Stella Maris anglosajones es la de regalar por Navidad gorros de lana a las tripulaciones, por las razones obvias del frío y como símbolo de la calidez que se quiere transmitir en fechas tan señaladas. En Tarragona celebramos esa tradición y, desde la segunda semana de noviembre, los voluntarios empiezan a decorar el centro y a preparar las bolsas con los gorros de lana.

Durante las visitas rutinarias de los voluntarios a los buques que arriban a puerto, especialmente durante el Adviento, les hacemos llegar las bolsas llenas de gorros de lana y les damos la bienvenida. A todos ellos les ofrecemos la posibilidad de celebrar Misa a bordo. Aquellos que llegan la última semana de Adviento y antes de Navidad siempre solicitan la celebración. 

Muchos llegan al centro, se conectan a internet y nos hacen partícipes de las conversaciones a través de videollamada con sus familiares. Nosotros nos sentamos con ellos, y nos cuentan historias de sus familias con un café en la mano. En aquellos buques en que celebramos Misa a bordo, al terminar nos invitan a un banquete preparado con esmero y cariño, igual que cualquier otro banquete de Navidad.

Recuerdo con cariño aquella ocasión en que dos marineros procedentes de la India, del estado de Goa, visitaron el centro de Stella Maris la misma tarde del 25. Se les ofreció quedarse a la Misa y, así, los dos jóvenes celebraron la Navidad con el resto de voluntarios aquella tarde.

Por cosas así decimos que la Navidad genera una de las situaciones más gratificantes de Stella Maris, donde los voluntarios se convierten en la familia que recibe y acoge a aquel miembro que llega justo a tiempo para celebrar la Natividad de Jesús. 

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