Los restos del cofundador de la Compañía de la Cruz, nacido en La Gomera en 1811, han sido trasladados al oratorio en el que descansan Santa Ángela y santa María de la Purísima.
La capilla de santa Ángela de la Cruz, en el corazón de Sevilla, acoge los restos de José Torres Padilla, cofundador de la Compañía de la Cruz. El venerable padre, que será beato tras reconocerse un milagro atribuido a su intercesión, acompaña así a uno de los personajes más queridos de la capital hispalense: santa Ángela de la Cruz.
En uno de los actos más solemnes que restan hasta la ceremonia que tendrá lugar en la Catedral de Sevilla el próximo 9 de noviembre, los restos mortales del padre Torres Padilla fueron trasladados el lunes desde la capilla de los Dolores hasta el oratorio donde, además de Sor Ángela, también reposa otra santa de la compañía, santa María de la Purísima.
Nacido en la localidad canaria de San Sebastián de la Gomera el 25 de agosto de 1811, José Torres Padilla, perdió a sus padres con solo 10 años. Tras cursar estudios de Filosofía en Tenerife y Valencia, en 1834 se trasladó a Sevilla, donde recibió el diaconado y el orden sacerdotal de manos del cardenal Cienfuegos.
En 1862 se cruzó en su camino Ángela Guerrero González, trabajadora de un taller de zapatos. Tras ejercer como su director espiritual, la presentó al convento de las Carmelitas Descalzas de Sevilla, que no la aceptó. Pero el padre perseveró aconsejándole un nuevo intento en las Hijas de la Caridad, que la aceptaron como postulante, aunque acaba saliéndose por enfermedad.
En 1875 la ya Sor Ángela y su maestro cofundaron las Hermanas de la Compañía de la Cruz, que estableció su primer convento en la calle San Luis de Sevilla. Tras ejercer como su primer director, el padre José Torres falleció el 23 de abril de 1878. Ahora sus restos descansan con los de su compañera de fatigas.
Un acto solemne en un ambiente de recogimiento y oración
Como recoge la Archidiócesis de Sevilla en su web, la emotiva ceremonia del lunes fue presidido por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, acompañado por los dos obispos auxiliares, monseñor Teodoro León (autor de la biografía Padre José Torres Padilla. Apóstol de la caridad) y monseñor Ramón Valdivia; así como por el consejo general de la Compañía de la Cruz, el postulador de la causa, Salvador Aguilera; la delegada episcopal para las Causas de los Santos, María del Monte Chacón, y los miembros de la comisión creada al efecto.
Las religiosas llenaban la capilla y la estancia de entrada, en un ambiente de recogimiento y oración, mientras el arzobispo desatacaba las virtudes del sacerdote. En el momento más solemne, el secretario general de la Archidiócesis, Isacio Siguero, leyó el acta, que firmaron a continuación el arzobispo y todas las partes actuantes en el proceso. Él mismo fue el encargado de introducir ese documento en el féretro antes de su cierre y lacrado definitivo.
Acto seguido, las religiosas iniciaron la procesión de traslado del féretro hasta la capilla mayor, como paso intermedio hasta su depósito en la capilla, bajo el sagrario, al lado del cuerpo incorrupto de Madre Angelita y cerca también de la que fuera madre general de la compañía, santa María de la Purísima.
Ese será el emplazamiento definitivo del cofundador de la Compañía de la Cruz. Como expresa en una nota la Archidiócesis sevillana, se trata de “una capilla que se resume en la santidad, y que sigue siendo visitada a diario por innumerables devotos que evidencian el amor a una institución, a unas mujeres que encarnan a la perfección el estilo de vida que los fundadores marcaron para una compañía que, sin duda, es bandera de la Iglesia en Sevilla”.