El papa Francisco ha recibido este viernes a los participantes en la peregrinación promovida por las Hermanas Discípulas de Jesús Eucarístico, que cumplen en unas semanas 100 años. Fueron fundadas por el venerable obispo de Tricarico, Raffaello Delle Nocche, junto con dos jóvenes, Linda Machina y Silvia di Somma.
El Pontífice ha definido este instituto como «Iglesia de piedras vivas y sufrientes, poblada por siglos de miseria» y marcada «por las cicatrices de la Primera Guerra Mundial» y por la pandemia de gripe de principios de siglo XX, recoge Vatican News.
En su discurso, Francisco recordó que el obispo Delle Nocche no encontraba ninguna congregación masculina o femenina dispuesta a trabajar en su diócesis ante las muchas necesidades y por eso fundó una nueva realidad que le ayudara en el servicio a los pobres.
Una comunidad religiosa cuyo centro es la Eucaristía, pues, como dice el Concilio Vaticano II, es «sacramento de amor, signo de unidad, vínculo de caridad». Por tanto, ha continuado el Papa, la tarea de las religiosas es «adorar, servir y reparar, es decir, llenar de ternura las heridas y los vacíos producidos por el pecado en el hombre y en la sociedad, comenzando por arrodillarse ante Jesús en la Hostia consagrada y permanecer allí largo tiempo». Es lo que recomendaba el fundador.
Aquella oración llevó a las mujeres «a promover obras de rescate material, cultural y espiritual». Y ha continuado: «Despertaron la fe y el compromiso de las comunidades parroquiales y de las familias, fundaron escuelas de diversos tipos y niveles, reavivaron la devoción y el sentido de la propia dignidad en tantas personas, hombre y mujeres, jóvenes, adultos y ancianos, demasiado a menudo y durante demasiado tiempo oprimidos por condiciones de vida inhumanas y por el desprecio y la indiferencia del mundo circundante».
Según Francisco, todo esto continúa sucediendo y por eso ha dicho a las religiosas que Dios continúa llamándolas a atender a las personas descartadas y a propagar una epidemia diferente, la del amor.
Por eso, tomando como punto focal la Eucaristía, ha animado a las Hermanas Discípulas de Jesús Eucarístico a cuidar de los más pobres, despreciados y marginados y a promover «caminos de inclusión y de rescate de la dignidad de las personas en las obras que se les confían».