El Papa Francisco volvió ayer a la rutina de las audiencias generales mostrando su preocupación por los diferentes conflictos que ensombrecen el mundo. Pidió un alto el fuego inmediato en Oriente Medio, pero también se acordó de Ucrania, Myanmar, Sudán, Pakistán y Afganistán.
Tras la pausa de verano, Francisco quiso ayer dedicar la primera audiencia general de los miércoles a reflexionar sobre la presencia del Espíritu en la Encarnación del Verbo. Así, recordó el momento de la Anunciación en el que el ángel dijo a María «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás un hijo y darás a luz a un niño al que llamarás Jesús». Y cómo, cuando María respondió «¿Cómo será esto, pues no conozco varón?», el ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra». Por eso, ante las dificultades, el Papa recordó: «Nada es imposible para Dios».
Con esa confianza se enfrentó a varios de los temas más complejos de la actualidad. Al terminar la audiencia en el Aula Pablo VI, mostró su preocupación por la escalada bélica en Oriente Medio y reiteró su llamamiento «a todas las partes implicadas para que no se amplíe el conflicto y cese inmediatamente el fuego en todos los frentes, empezando por Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima, es insostenible». En declaraciones recogidas por Vatican News, abogó por «que el amor venza al odio y que la venganza sea desarmada por el perdón».
También invitó a los fieles a que recen por otros lugares en situaciones críticas: «Les pido que se unan a mi oración por la atormentada Ucrania, Myanmar y Sudán. Que estos pueblos, tan probados por la guerra, encuentren pronto la tan deseada paz». Pidió también que «unamos nuestros esfuerzos y nuestras oraciones para que se eliminen las discriminaciones étnicas en las regiones de Pakistán y Afganistán, especialmente la discriminación contra las mujeres». Por la mañana, Francisco había recibido a una delegación de la Asociación de la Comunidad Afgana en Italia.
La fuerza del Espíritu Santo para avanzar
Toda esa labor en medio de las tribulaciones del mundo se desarrolló, como decíamos, en el contexto de la reflexión de la catequesis de la audiencia. Francisco recordó que el descenso del Espíritu Santo sobre la Virgen es «un hecho ecuménico de fe, porque todos los cristianos profesan juntos el mismo Símbolo de fe. La piedad católica, desde tiempos inmemoriales, ha tomado de él una de sus oraciones diarias, el Ángelus».
La Iglesia, continuó, «contemplando la santidad misteriosa de la Virgen, imitando su caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, mediante la Palabra de Dios fielmente acogida, se convierte también en madre, ya que, mediante la predicación y el bautismo, genera a una vida nueva e inmortal a los hijos, concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios».
Como María le preguntó al ángel de la Anunciación cómo era posible la encarnación, «también la Iglesia, ante tareas que superan sus fuerzas, se plantea espontáneamente la misma pregunta: ‘¿Cómo es posible anunciar a Jesucristo y su salvación a un mundo que parece buscar solo el bienestar? La respuesta es también la misma que entonces: ‘Recibirán la fuerza del Espíritu Santo’. Sin el Espíritu Santo la Iglesia no puede avanzar, la Iglesia no crece, la Iglesia no puede predicar».