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El Papa Francisco a los jóvenes: «Sois la esperanza gozosa de una Iglesia y de una humanidad siempre en movimiento»

El Santo Padre ha pedido a los jóvenes que den esperanza, que sean expresión del amor de Dios, que hace nacer la alegría y la esperanza, incluso allí donde parece imposible

Este martes se ha publicado el mensaje del Papa Francisco para la Trigésima octava Jornada Mundial de la Juventud, que lleva por tema: «Alegres en la esperanza», (cf. Rm, 12,12). Los próximos encuentros con el Santo Padre serán en el jubileo del 2025 en Roma, y en la JMJ en Seúl, en el 2027. Francisco pidió a los jóvenes que den esperanza, que sean expresión del amor de Dios, que hace nacer la alegría y la esperanza, incluso allí donde parece imposible, que sean esperanza para tantos compañeros afligidos por las guerras, el acoso escolar, la depresión. De esta manera insta a chicos y chicas a alimentar la confianza a través de opciones de vida concretas. Empezando por el buen uso de las redes sociales: «Es más fácil compartir malas noticias, que publicar cada día una palabra de esperanza».

«Durante la pandemia, en medio de tantas incertidumbres, abrigábamos la esperanza de que esta gran celebración del encuentro con Cristo y con otros jóvenes pudiera llevarse a cabo. Esa esperanza se hizo realidad y para muchos de los allí presentes, sobrepasó todas las expectativas. ¡Qué hermoso fue nuestro encuentro en Lisboa! Una verdadera experiencia de transfiguración, una explosión de luz y alegría».

Los jóvenes, la esperanza de la Iglesia

El Pontífice ha recordado que los jóvenes, son «realmente la esperanza gozosa de una Iglesia y de una humanidad siempre en movimiento». Para ello, expresa su deseo de tomarles de la mano y recorrer con ellos el camino de la esperanza. Hablar con ellos de sus gozos y esperanzas, pero también de las tristezas y angustias de sus corazones y de la humanidad que sufre.

El Santo Padre añade que «en realidad, la “alegría en la esperanza” predicada por el Apóstol brota del misterio pascual de Cristo, de la fuerza de su resurrección. No es fruto del esfuerzo humano, del ingenio o del arte. Es la alegría que nace del encuentro con Cristo. La alegría cristiana viene de Dios mismo, del sabernos amados por Él».

¿Dónde está mi esperanza?

El Papa dijo que la juventud es un tiempo lleno de esperanzas y sueños, alimentado por las hermosas realidades que enriquecen nuestras vidas, señaló y mencionó entre ellas, el esplendor de la creación, las relaciones con nuestros seres queridos y los amigos, las experiencias artísticas y culturales, los conocimientos científicos y técnicos, las iniciativas que promueven la paz, la justicia y la fraternidad, y así sucesivamente.

Sin embargo, en estos tiempos, la esperanza es la gran ausente, incluso en los jóvenes. Muchos de ellos viven experiencias de guerra, violencia, acoso escolar y otros tipos de dificultades, y se ven afligidos por la desesperación, el miedo y la depresión.

«Se sienten como encerrados en una prisión oscura, incapaces de ver los rayos del sol. Esto queda dramáticamente demostrado por el alto número de suicidios entre los jóvenes en varios países. En un contexto así, ¿cómo se puede experimentar la alegría y la esperanza de las que habla san Pablo? Más bien se corre el riesgo de que se apodere de uno la desesperación, el pensamiento de que es inútil hacer el bien, porque no sería apreciado ni reconocido por nadie, como leemos en el libro de Job: «¿Dónde está entonces mi esperanza? Y mi felicidad, ¿quién la verá?» (Jb 17,15)».

Ser alegría y esperanza en medio de los dramas de la humanidad

El Papa animó a los jóvenes a ser expresión del amor de Dios, que hace nacer la alegría y la esperanza, incluso allí donde parece imposible. «Frente a los dramas de la humanidad, sobre todo ante el sufrimiento de los inocentes, también nosotros, como rezamos en algunos salmos, le preguntamos al Señor: “¿Por qué?”. Pues bien, nosotros podemos ser parte de la respuesta de Dios. Creados por Él a su imagen y semejanza, podemos ser expresión de su amor, que hace nacer la alegría y la esperanza, incluso allí donde parece imposible. Me viene a la mente el protagonista de la película “La vida es bella”, un joven padre que, con delicadeza e imaginación, consigue convertir la dura realidad en una especie de aventura y de juego, dando así a su hijo “ojos de esperanza”, protegiéndolo de los horrores del campo de concentración, defendiendo su inocencia e impidiendo que la maldad humana le robe el futuro. Pero no se trata de historias inventadas».

Encender una esperanza en el corazón de los hombres

En su mensaje, Francisco recuerda al Papa Pablo VI cuando puso de relieve la posibilidad de encender una esperanza en el corazón de los hombres, a partir del testimonio cristiano, y recordaba: «Un cristiano o un grupo de cristianos que, dentro de la comunidad humana donde viven […], irradian de manera sencilla y espontánea su fe en los valores que van más allá de los valores corrientes, y su esperanza en algo que no se ve ni osarían soñar» (Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 21).

Por último ha indicado que «en la tradición cristiana del Triduo pascual, el Sábado Santo es el día de la esperanza. Entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección, es como un punto intermedio entre la desesperación de los discípulos y su alegría pascual. Es el lugar donde nace la esperanza. Ese día, la Iglesia conmemora en silencio el descenso de Cristo a los infiernos. Lo podemos ver representado de forma pictórica en muchos iconos, que nos muestran a Cristo resplandeciente de luz bajando a las tinieblas más profundas y atravesándolas».

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