«¿Está vivo en mí el deseo de Dios, de su amor infinito, de su vida que es vida eterna? ¿O estoy aplanado y anclado a las cosas pasajeras, al dinero, al éxito, a los placeres?», ha preguntado
En la fiesta de la Ascensión del Señor, el papa Francisco, justo antes del rezo del Regina Coeli, ha dado las claves, mostrado el camino, para alcanzar el Cielo. Como lo hizo Jesús. El Pontífice ha hablado de las obras de amor frente a la mezquindad, del bien frente al mal.
«En resumen, llevar a cabo las obras de amor: dar la vida, llevar esperanza, mantenerse alejado de todo mal y mezquindad, responder al mal con el bien, estar cerca de quien sufre», ha dicho.
En su opinión, cuanto más hacemos esto, «más nos dejamos transformar por su Espíritu, más seguimos su ejemplo y más, como en la montaña, sentimos que el aire en torno a nosotros se vuelve ligero y limpio, el horizonte amplio y la meta cerca».
Otra de las claves que ha apuntado el Santo Padre ha sido que Jesús nos precede en el camino hacia la meta: «Como cuando en la montaña se sube hacia la cima: se camina, con fatiga, y finalmente, en un recodo del sendero, el horizonte se abre y se ve el panorama. Entonces todo el cuerpo vuelve a encontrar la fuerza para afrontar la última subida. Todo el cuerpo se tensa para llegar a la cumbre. Y nosotros, la Iglesia, somos precisamente ese cuerpo que Jesús, ascendido al Cielo, arrastra consigo»
Para concluir, ha planteado varias preguntas: «¿Está vivo en mí el deseo de Dios, de su amor infinito, de su vida, que es vida eterna? ¿O estoy aplanado y anclado a las cosas pasajeras, al dinero, al éxito, a los placeres? Y mi deseo del Cielo, ¿me aísla, me cierra o me lleva a amar a los hermanos con ánimo grande y desinteresado, a sentirlos compañeros de camino hacia el Paraíso?».
Como viene haciendo habitualmente, tras la oración mariana, Francisco ha vuelto a hacer un llamamiento en favor de la paz, con especial atención a lo que está sucediendo en Ucrania y en Tierra Santa.
