Cien personas, 20 nacionalidades y distintos prismas sobre qué significa la libertad religiosa y de conciencia en un momento en que, según los datos, la libertad religiosa (Forb, en inglés, por Freedom of Religion and Belief) está amenazada y retrocede en más de 40 países. Barcelona acogió a principios de junio el segundo Congreso Internacional de Libertad Religiosa y de Conciencia, organizado por la Cátedra de Libertad Religiosa y de Conciencia de la Universidad Ramon Llull. Un foro que ha servido para poner el foco en este derecho fundamental, una libertad que también protege al que no cree.
Por ejemplo, la catedrática Montserrat Gas, profesora de la UIC en Barcelona y miembro del panel de expertos en libertad religiosa y de creencias de la ODHIR en la OSCE, subrayó el equilibrio entre la igualdad de género y la libertad religiosa, explicando que «a veces estos derechos parece que estén en oposición en un antagonismo artificial». Gas ejemplificó esta complejidad con frases que alguien podría decir, como «la religión oprime a las mujeres» o «la igualdad de género es una amenaza para los valores familiares».
Como señaló Marc Polo, decano de la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales de Blanquerna, «la libertad religiosa ha cambiado, y no siempre para bien. No obstante, hemos podido ver iniciativas de diálogo interreligioso, prácticas positivas en campos educativos y propuestas para gestionar mejor la diversidad desde la administración».
La presencia de expertos y entidades de Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda, Italia, Suecia, Suiza, Finlandia, Austria o Grecia, entre otros, ha permitido hablar de donación de órganos y libertad religiosa, de gestión de libertades en el mundo laboral, inteligencia artificial y vida después de la muerte, tecnología y ateísmo, educación religiosa en la escuela, prácticas funerarias o estudios de caso, como Cuba, Polonia o India.