El padre Olivier Lompo recuerda el atentado contra su parroquia en Burkina Faso en 2019. ACN España dedica su campaña de Navidad a la Iglesia perseguida, desplazada y martirizada en este país del Sahel
En Burkina Faso, cada vez son más habituales las Eucaristías de madrugada y en lugares inhóspitos. Los celebrantes pertenecen a comunidades norteñas que se han visto obligadas a abandonar sus parroquias ante la explosión de terrorismo islamista que se viene registrando desde 2015. En Dablo, el pueblo olvidado en el que estaba destinado el padre Olivier Lompo, la normalidad se quebró para siempre el 12 de mayo de 2019, un domingo del Buen Pastor.
Así lo narra: «Durante la Misa, recibimos una visita extraña: un grupo de hombres armados y en moto. Rodearon rápidamente la iglesia e irrumpieron en el templo. Yo había salido a otra celebración con jóvenes, y mi compañero corrió hacia la sacristía para poner a salvo a los monaguillos. Acto seguido, regresó para preguntarles qué querían de ellos, pero no le dejaron hablar. Le dispararon hasta la muerte. Fue el primero que mataron. Secuestraron a las mujeres dentro de la iglesia y les hicieron predicaciones para que abandonaran su fe cristiana o las matarían. Prendieron fuego a la sacristía, quemaron los libros de cantos… A los hombres los sacaron del templo, eligieron a cinco de edades diferentes y los mataron. Después, siguieron por el pueblo, donde quemaron el mercado local…».
Desde hace una década, la violencia yihadista se ha disparado en la región del Sahel, desestabilizando naciones enteras, como Burkina Faso. Actualmente, se estima que el 40 % del territorio del país está fuera del control del Gobierno, con unas consecuencias catastróficas: se calcula que al menos 3.000 personas han sido asesinadas por terroristas, con unos dos millones de desplazados internos. Estos factores, sumados al grito de socorro de una Iglesia local desbordada y la petición expresa del papa Francisco, han movido a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) a dedicar su campaña de Navidad a la Iglesia perseguida y desplazada en el país africano, que vive una delicada situación humanitaria.
Héroes de la fe
«En los últimos cinco años, hemos triplicado nuestra ayuda a este país, muy vinculada a la persecución», afirma José María Gallardo, director de ACN España. «Una de las cosas que más nos mueve es la llamada profética, que forma parte de nuestra labor: hacer visible lo que es invisible en muchos medios de comunicación», agrega. En uno de los países del mundo donde menos se respeta el derecho a la libertad religiosa, los que forman la minoría cristiana —en torno al 23 % de la población— «son los verdaderos héroes de la fe».
Esta campaña, destinada a dar auxilio a sacerdotes, catequistas y a todos los católicos que sufren las consecuencias de la violencia extremista en el país —aunque, como apunta Gallardo, «no solo son perseguidos los cristianos, también los musulmanes moderados»— se concreta en tres necesidades principales de la Iglesia local: refuerzo humanitario para las personas desplazadas —alimentos y medicinas, donde existe, además, una colaboración «intensa» con Cáritas—; fortalecimiento de la educación —«no hay nada como aumentar la tasa de alfabetización para frenar el terrorismo», apunta Gallardo. En la actualidad, la tasa de alfabetización de Burkina Faso se encuentra en el 34 %—; y ayuda a la Iglesia en su labor pastoral y de acompañamiento, además de su imprescindible sostenimiento.
Frutos, incluso en el martirio
A pesar de la persecución, el padre Olivier reconoce que la Iglesia de su país «se está desviviendo en esta lucha del bien contra el mal». A sus 46 años, el sacerdote, natural de la ciudad de Kaya, se encuentra formándose en España por orden de su obispo, quien le conminó a abandonar el país con rapidez, pues se encontraba amenazado. «Pese a todo —asegura—, los tiempos difíciles van fortaleciendo nuestra fe, nos muestran el motivo de nuestra fe. La comunidad fue gravemente herida en 2019, pero uno no puede dejar de ver los frutos cuando ni una sola persona renegó de su fe ante las armas, incluso hasta la corona del martirio. Incluso cuando todos los miembros de la parroquia fueron a los entierros de los asesinados, sin miedo».
En la actualidad, la Conferencia Episcopal de Burkina Faso tiene abiertos más de cien expedientes de beatificación de mártires, muchos de ellos catequistas. «Los mártires nos han mostrado el camino, por eso no debemos tener miedo y debemos seguir adelante», indica Lompo, quien también es miembro del comité diocesano para la prevención del VIH. Nacido en el seno de una familia católica, segundo de seis hermanos, su vocación nació en el instituto, cuando, al debatir con compañeros musulmanes, pensaba que debía formarse más para rebatir sus argumentos. Así, comenzó a leer la Biblia y otros libros cristianos, hasta que entró al seminario en 2001, con 23 años. Es sacerdote desde 2008.
Dignidad y educación
Su propia historia personal remite a la importancia de la formación y unas condiciones dignas de vida para todos, pues mantiene que «al final, más que miedo, los asaltantes nos acabaron dando pena». Su argumento para esta inversión de los sentimientos resulta estremecedor: «Más allá de quemar nuestros objetos sagrados, los terroristas robaron la comida que había en la sacristía, incluso puñados de cacahuetes que los niños llevan para después de la Misa. Tenían hambre, estaban necesitados y desesperados. Y eso es una bomba de relojería».