Durante su encuentro con la Red Internacional de Legisladores Católicos, pide que el derecho internacional humanitario tenga una base jurídica «cada vez más sólida»
El Papa Francisco ha pedido este sábado que se preste una especial atención a la defensa del derecho internacional humanitario y que se le dote de una base jurídica «cada vez más sólida».
Así lo ha hecho durante una audiencia con los participantes en el encuentro anual de la Red Internacional de Legisladores Católicos, que tiene lugar entre Frascati y Roma sobre El mundo en guerra: crisis y conflictos permanentes.
Para el Pontífice, esta defensa del derecho internacional humanitario exige trabajar por una distribución cada vez más equitativa de los bienes de la tierra, asegurando el desarrollo integral de las personas y de los pueblos para superar «las escandalosas desigualdades e injusticias que alimentan conflictos de larga duración y generan nuevos agravios y actos de violencia en todo el mundo».
En este sentido, ha pedido a los legisladores católicos «perseverancia y paciencia», al tiempo que afronten los conflictos con «espíritu de diálogo y sensibilidad hacia los demás». «No lo olvidéis: los conflictos no se resuelven solos. No. Se sale con otros. Solo, nadie puede salir del conflicto», ha agregado.
Por otra parte, ha reiterado, como tantas veces hace, que la guerra es un fracaso, una rendición en sí misma. Y ha pedido «renunciar a la guerra como medio para resolver los conflictos y establecer la justicia».
«La guerra no es esperanza, la guerra no da esperanza. Que vuestro compromiso por el bien común, sostenido por la fe en las promesas de Cristo, sirva de ejemplo a nuestros jóvenes», ha concluido.
Ola populista en Europa
Además de este encuentro, el Pontífice ha enviado un mensaje al Foro de Alpbach, en el que ha advertido de los peligros de la crisis que vive en Europa. Entre ellos, ha citado los movimientos populistas, que hacen desaparecer ideales y principios relativos al comportamiento hacia los más débiles de la sociedad.
«Estos ideales y principios, entre los que merecen especial mención los de la dignidad humana y la fraternidad, siempre han estado relacionados con la matriz evangélica», ha asegurado.
También ha reconocido que el contexto cultural ha cambiado y que la Iglesia está llamada a vivir sin miedo en una sociedad secularizada, pues «Dios también está presente en ella».
«Con renovada motivación, nos esforzamos, como cristianos, por aportar la riqueza de la doctrina social católica con su pretensión de universalidad. Incluso la Unión Europea, desde su fundación, tiene rasgos universalistas, y es de desear que no los pierda. En este sentido, el aspecto de la fraternidad es particularmente importante. De ello se deduce que las sociedades europeas están llamadas a encontrar los medios para reducir la polarización en su interior y permanecer abiertas al mundo que las rodea», ha señalado.