Iniciativas como Alpha o Emaús proliferan con cada vez más adeptos. Ante el vaciamiento de los templos, se impone un espíritu de Iglesia en salida que ya no encuentra hostilidad y cerrazón en el mundo, sino indiferencia y desconocimiento. Los riesgos del éxito: frustración y consumismo donde no hay acompañamiento ni enraizamiento comunitario tras el chispazo inicial
El frontispicio de la parroquia Santos Inocentes, de estilo recreativo, recuerda a los viejos cines de ladrillo de Madrid. La puerta de acceso está, como solían estarlo los cines, llena de gente. Decenas de personas se saludan y conversan ruidosamente mientras aguardan su plan de viernes noche. Un plan en apariencia más popular y mundano que el cine: vienen a cenar, aunque también habrá película. Son los invitados a una cena de Alpha, una metodología de nueva evangelización que se está extendiendo rápidamente: en 2023, 24.439 personas acudieron a alguno de los 539 cursos organizados en nuestro país. Si sumamos a aquellos que han hecho el itinerario para parejas, hablamos de casi 30.000 asistentes. En palabras de Emma de León, directora de Alpha España, «trabajamos para que las personas tengan la oportunidad de oír el primer anuncio y encontrarse con Dios. No son cifras, son personas, corazones, son posibles vidas transformadas».
Santos Inocentes es una de las aproximadamente 300 parroquias que ofrecen estas cenas en nuestro país, además de las que se celebran en domicilios particulares, institutos y colegios —donde también se está registrando un crecimiento importante—, y hasta prisiones —ocho el último año—. «Todo lo que sea fecundo y traiga vida a la Iglesia, lo queremos. Estamos abiertos a todas las formas de la nueva eclesialidad», afirma Rafael Pérez Huete, el párroco. Recibe a ECCLESIA en el vestíbulo y nos dirige hacia el salón parroquial, transformado para la ocasión en un hermoso restaurante: diez mesas redondas de celebración, manteles y servilletas almidonados, centros florales, cubertería reluciente y velas. Al fondo, un escenario con las mayúsculas de ALPHA iluminadas con bombillas de luz cálida como burbujas. Entre el proscenio y las mesas se ubica discretamente la mesa de mezclas del padre Carlos, otro de los sacerdotes, desde donde, con su ordenador personal, controla la música y el proyector de audiovisuales. El ambiente es íntimo e invita a la conversación, aunque, en estos momentos, un batallón de camareros perfectamente uniformados baten la sala dando los últimos retoques. «Son todos voluntarios de la parroquia. Tenemos un equipo de cocina y emplatado, un equipo de coordinación, un equipo de servidores…», explica con orgullo el sacerdote.
La Conferencia Episcopal describe este método de nueva evangelización como «una experiencia de primer anuncio a lo masterchef», en un claro intento de conectar con la cultura popular. Pese a la necesidad de un reclamo impactante de carácter general, cada centro se organiza como buenamente puede y en función de sus recursos. En Santos Inocentes, por ejemplo, han impreso unos tarjetones de invitación para una «cena de gala» al modo y manera de una boda, que los fieles han distribuido entre amigos, conocidos y vecinos del barrio. «Quien lo ofrece lo hace desde su vínculo de confianza con la persona invitada: de amigo a amigo, de vecino a vecino, de familiar a familiar, de compañero a compañero de trabajo. De ese modo, deja de ser una publicidad genérica y se convierte en un gesto de acogida, hospitalidad, fraternidad, que en gran parte de las ocasiones gana el corazón del invitado», explica el padre Rafael.
La comida se contrata a un catering del barrio y son los voluntarios de la parroquia quienes se encargan de prepararla y tenerla a punto. El menú de esta noche es sobrio, de calidad y está riquísimo: ensaladilla rusa casera, carrilleras de cerdo al vino tinto y, de postre, manzana asada. En el vestíbulo, sobre un tablón de anuncios, figura la distribución de las personas en mesas «según la afinidad que, creemos, puedan tener, en función de la edad o las inquietudes culturales», revela el padre Rafael. Esta noche hay diez mesas completas, cada una de ellas con su moderador, que participa lo justo, sin condicionar la charla. En total, el itinerario de Alpha Santos Inocentes al que acudió ECCLESIA contó con la participación de unas 80 personas.
A nosotros nos han reservado una mesa al fondo de la sala, que compartimos con Luis Carlos Rilova, sacerdote del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME), que ha venido a presenciar de primera mano cómo se desarrolla un itinerario Alpha para ver las posibilidades de implantarlo en sus comunidades de África.
—Y todo esto, ¿quién lo paga? —pregunta el misionero.
—Íntegramente con dinero de la parroquia —responde el padre Rafael—. El dinero de la parroquia debe estar al servicio de la evangelización de los alejados antes que para arreglar una gotera.
Todos los contenidos de las cenas —traducción, edición, contextualización de los vídeos…— corren a cuenta de la dirección de Alpha España, que los pone a disposición de los grupos y parroquias de manera gratuita. Porque, como habrán podido adivinar, lo más importante de Alpha no es el menú ni el vino, aunque eso también tiene su importancia. «Se trata de una cena donde acogemos con lo mejor que tenemos, lo mejor de nosotros mismos», explica Emma de León. «Una cena donde no se juzga al invitado, donde se pueda sentir querido y cuidado, y donde se sorprenda, también, por encontrar esa acogida», agrega.
«Total libertad de expresión»
Después de la bienvenida —sobre las 20:30 horas—, los invitados toman asiento mientras comparten una animada conversación sobre los temas de la última sesión, cómo ha ido la semana o las expectativas para hoy. La cena dura unos 45 minutos y da paso a la proyección de un vídeo de otros tres cuartos de hora en el que se presenta y desarrolla la cuestión del día. En este caso, se centra en la figura de Cristo, y desgrana, mediante el testimonio de un abogado converso desde el judaísmo, las pruebas históricas de la existencia de Jesús de Nazaret y la veracidad de los Evangelios según la Teoría Crítica, acabando en su resurrección. Posteriormente, la velada culmina con un coloquio en cada mesa y los invitados pueden dar sus opiniones sobre la película y el tema tratado «con total libertad de expresión y pensamiento», detalla el padre Rafael.
La metodología Alpha consiste en un itinerario de once sesiones semanales. La primera cena «es el paso más arriesgado, porque te presentas ante personas alejadas o rebotadas y les cuentas en qué consiste el camino. Esa primera cena gira en torno al sentido de la vida, y en Santos Inocentes estamos contentos, porque la tasa de perseverancia está en torno al 60 % entre los alejados y el 90 % entre los fieles», prosigue el sacerdote. En todo caso, en su parroquia hay una lista de espera amplia para acceder a los cursos, y se va tirando de ella para reponer las bajas. Actualmente, el método Alpha está presente en 149 países de todo el mundo, y más de 1,6 millones de personas pasaron por sus cenas el año pasado. La expansión de este método en nuestro país cuadruplica su crecimiento global —30 % más de cursos y 43 % más de participantes en España en 2023, frente a un 12 % y un 10 % a nivel mundial, respectivamente—.
El padre Rafael lleva 20 años al frente de la parroquia Santos Inocentes, justo desde su regreso como misionero. «El choque fue brutal; de la cultura de donde venía, en Argentina, en la que la referencia a Dios es explícita y significativa, a otra en la que la vida cristiana se reduce principalmente a ritos sociales privados —bodas, bautizos, comuniones…—, sin que la experiencia de Dios tenga relevancia en el día a día de la vida de muchos que dicen ser cristianos. Esto provocó un proceso de reflexión, no exento de sufrimiento, que duró trece años, pero por fin se hizo la luz, a través de experiencias de nueva evangelización», reconoce.
En nuestro país, las metodologías de éxito, como Alpha, Emaús, Cursillos de Cristiandad, Seminarios de Vida en el Espíritu o Proyecto de Amor Conyugal, entre otras, se desarrollan con el aval y el respaldo de la Conferencia Episcopal, que en el Congreso de Laicos de febrero de 2020 impulsó el trabajo sobre cuatro pilares fundamentales —primer anuncio, acompañamiento, procesos formativos y compromiso público—, con la intención de «mover a la conversión pastoral y misionera del laicado en el pueblo de Dios». Con el trabajo previo de reflexión sobre la vocación a la santidad basada en Gaudete et exsultate, el diálogo y puesta en común en grupos de jóvenes, familias, catequistas, profesores de religión, Cáritas, hermandades y cofradías, movimientos, asociaciones… y la celebración de un encuentro diocesano cristalizaron las propuestas concretas y líneas de actuación para dinamizar el laicado en las diócesis.
Fruto de aquel Congreso, la Iglesia se comprometió a potenciar la recepción de las propuestas en las diócesis y celebrar eventos periódicos para seguir avanzando en las líneas marcadas, como el Encuentro Nacional de Primer Anuncio, que se celebrará entre el 16 y el 18 de febrero en Madrid, «un proyecto global para dar continuidad al Congreso de Laicos Pueblo de Dios en salida, recoger las aportaciones del proceso sinodal y continuar ofreciendo instrumentos para reforzar la vivencia de la vocación y de la misión de los fieles laicos».
Tote Barrera y su esposa, Cristy Salcedo, son expertos en estos instrumentos de primer anuncio, ya que fueron pioneros en la implantación de Alpha en España. «En 2002, la situación era muy precaria. Nadie tenía un concepto claro de lo que era el primer anuncio ni de su necesidad, se daba por supuesto que la gente vendría a la iglesia. Nos miraban raro cuando ofrecíamos Alpha, pero ahora todo el mundo hace métodos y los quiere. En cierto modo, hemos visto nacer la hora de los métodos», afirman. Con su experiencia, y desde su asociación Nunc Coepi, «acompañamos a la Iglesia en sus procesos de conversión pastoral. Ayudamos a las parroquias, a los sacerdotes, a líderes involucrados, los ponemos en contacto con coaches, psicólogos, expertos en liderazgo… Somos conectores de Iglesia», prosigue. Salcedo y Barrera trabajan codo con codo con el Área de Primer Anuncio de la Conferencia Episcopal. «No estamos en primera línea de evangelización, ayudamos a los evangelizadores», aseguran.
«Evangelizar no es un hecho aislado, no es una estación de llegada, apunta a ser discípulos», subraya Tote Barrera. «No estamos en tiempos de protagonismos ni de estrellas, por eso la primera clave de la nueva evangelización debe ser, en mi opinión, la comunidad cristiana. Segunda: un anuncio explícito de Jesucristo fuera y que va mucho más allá de la catequesis. Y, en tercer lugar, volver al primer momento, volver a la gracia del Bautismo, volver a vivir Pentecostés como clave de toda renovación», enumera.
Una luz en la noche
Para Laura Ruiz, responsable de la iniciativa Una luz en la noche, en Santiago de Compostela, «hay que cambiar de mentalidad, porque, si yo he conocido verdaderamente a Cristo, me tiene que salir solo hablar de Él. Es como la persona enamorada, que su amor es su tema de conversación favorito. ¿Cómo voy a haber descubierto el sentido de la vida y la verdadera felicidad y a guardármelo, a no querer compartirlo con los demás?». La idea de Una luz en la noche surgió en Verona, y la diócesis gallega lo conoció en el Congreso Pastoral Juvenil de 2014. «Se basa en despertar en cada bautizado el deseo de evangelizar en su día a día. Vemos que las iglesias están vacías y es una forma de ir donde está la gente», explica. El método consiste en salir los sábados por la noche a las calles en parejas para anunciar el kerigma, invitar a las personas a encontrarse con Jesucristo en el templo e, incluso, ofrecer el sacramento de la reconciliación. «Es fundamental que sea el fin de semana, porque buscamos que la gente tenga tiempo y pueda pararse a charlar», prosigue Ruiz. «En función de la reacción que tengan, podemos dar nuestro testimonio o, si se rechaza la invitación, interesarnos por sus razones. Intentamos conocer a la persona con un diálogo, porque al conocerla así, podemos amarla como lo hace Dios. No tratamos de convencer a nadie, evangelizamos como lo hacía Jesús. Él nos dijo “id y anunciad”, no “id y convenced”. Es Cristo, y no nosotros, quien convierte los corazones», añade.
El proyecto tiene una primera línea de evangelización, que sale a pescar hombres; un equipo de acogida en la iglesia; un equipo de intercesión, que reza para que la jornada dé los frutos propicios; y un equipo de música y ambiente, encargado de preparar una atmósfera de recogimiento y oración en el templo. Cuando llegan, las personas se encuentran expuesto al Santísimo, con una luz tenue, música de oración y algo de incienso. «La reacción en la iglesia es diferente a la que te encuentras en la calle», detalla Laura. «Cuando llegan aquí, al ponerse delante del altar, reconocen que hay Alguien, se sobrecogen, se desmoronan, lloran, ríen, experimentan que Dios habla a través de su Palabra… No se lo pueden creer», agrega.
—¿Y cómo es la reacción en la calle?
—Hay de todo, paras a la gente de sopetón… Pero casi siempre son respetuosas y abiertas. Te preguntan mucho por ti. Ahí tienes la oportunidad de dar tu testimonio y, aunque hay personas que te dicen que no van a ir en ese momento, sí te felicitan por ser una joven que no hace lo que todos hacen con 20 años, te dicen que eres valiente… En general, no hay casi nadie que esté en contra de la Iglesia; lo que nos encontramos es indiferencia o desconocimiento. Lo que te comentan, como crítica, son los típicos temas de incoherencia, que si tiene mucho dinero o los abusos, lo único que conocen de la Iglesia es la imagen que la televisión ofrece de ella.
Para Tote Barrera, «es más fácil predicar a un ateo y a un agnóstico que a uno de Misa de toda la vida, porque crees que han recibido de verdad una formación que muchos no han hecho». De esta forma, «sucede que en las parroquias se da por hecho que tienes discípulos misioneros y les pides que sean misioneros cuando no son ni discípulos», agrega. «No se puede pensar con categorías de la modernidad en plena posmodernidad: con los alejados indiferentes e ignorantes del hecho religioso es más fácil, porque no tienen prejuicios», sentencia. Laura Ruiz incide en este perfil: «No es difícil encontrarte gente bautizada o con la primera comunión, y que con ello no recibió nada que fuera relevante para su vida».
La modesta iniciativa Una luz en la noche se basa en unos presupuestos completamente diferentes a los que hemos visto en la exitosa Alpha: «Los grandes métodos se centran en traer mucha gente nueva a la Iglesia, pero esto es distinto. Llevamos gente al templo, sí, pero eso es una consecuencia de lo que hacemos, no su objetivo principal. La razón de ser de Una luz en la noche es que la gente aprenda a evangelizar en su día a día, que sepa qué decir cuando le pidan una opinión o un testimonio en lo que dura un café. Que sepa identificar la sed de las personas, de amor, de comprensión, etc. y hacer el anuncio adecuado. Porque nos han enseñado a consumir sacramentos, no a hablar de Cristo. Hay que cambiar la mentalidad: puede que un sábado no llevemos a nadie hasta el altar, pero será un éxito igualmente, porque hemos sido capaces de hablar de Jesús en el mundo».
Escuela de rap y alabanza
En opinión de Nicolás Ruiz, delegado de Juventud de la diócesis de Ávila, «el primer anuncio para los jóvenes son los propios jóvenes». Hace seis años, a raíz del festival Life Giving Fest, tuvo la idea de crear una Escuela de Rap y Alabanza «para ofrecer métodos de Iglesia en salida a los jóvenes y parroquias de ámbito rural, formando y poniendo los dones artísticos al servicio de la evangelización», detalla. El festival acoge a más de un centenar de jóvenes y los pone en contacto con profesionales que invierten su tiempo en ellos. La Escuela de Rap y Alabanza funciona desde hace cinco años, con una media de unos quince alumnos. «Hay varios que vienen a la diócesis que ya están produciendo su música», señala Nicolás con orgullo. «Hay que evangelizar a través de la cultura y expandir el kerigma a otras áreas en las que ellos tengan referencias. El mundo evangélico, por ejemplo, nos da mil vueltas en esto. Nosotros tenemos a Hakuna como propuesta seria y ya. Falta variedad y referentes de calidad», agrega. El propio Nicolás Ruiz lidera una iniciativa que va por parroquias, colegios e institutos ofreciendo el primer anuncio a través del canto, del baile y del arte. «El artefacto fundamental es lo que llamamos CREE: creación, rebelión, expiación y, por último, lo más importante, elección. Se trata de piezas artísticas de dos o tres minutos en los que un joven cuenta su historia personal en formato vídeo, canción o teatro y que pone al receptor ante la elección de aceptar seguir a Jesucristo. Es breve y directo, funciona muy bien».
«Una debilidad preocupante»
Pese a la proliferación de nuevas metodologías, Tote Barrera subraya «una debilidad» preocupante, y es que «faltan métodos de discipulado e itinerarios después del primer anuncio, que no deja de ser una entrada». Porque, a su juicio, «entre Alpha y la Misa del domingo hay un trecho», resultando que «una pastoral de métodos puede ser muy vistosa, pero no lleva a ninguna parte». El riesgo último es claro: «Se puede pasar de una gran ilusión a una gran frustración», y destaca «una tendencia peligrosa», que denomina «turismáticos y giróvagos, ovejas sin pastor que van de un método a otro como quien va sellando en el Camino de Santiago. Sin comunidades fuertes ni formación discipular, se puede acabar en el consumismo del primer anuncio». Por ello mismo, la Iglesia «está tomando conciencia de ello; Acción Católica está trabajando muy fuerte en ello», pero sin olvidar «lo más importante: hay sed de encuentro con Dios y de experiencia íntima, y la gente lo está encontrando aquí».
El padre Rafael, con 20 años al frente de Santos Inocentes, es un ejemplo de acompañamiento tras el primer fogonazo de la fe: «Muchos de los alejados que pasan por estas cenas deciden continuar su itinerario de crecimiento espiritual en alguno de los más de 30 grupos de fe de que disponemos. No son pocos, además, los que se ponen al servicio del siguiente Alpha como voluntarios. Desde 2017, mediante Alpha, la gracia de Dios ha convertido a la comunidad parroquial en una verdadera familia de discípulos misioneros que salen al encuentro de sus hermanos más alejados, ofreciéndoles alegre hospitalidad, acogida, escucha activa y oración intercesora. Cada curso es una efusión del Espíritu Santo para nuestra comunidad parroquial. Son numerosos los testimonios de invitados al curso que al acabar nos cuentan con entusiasmo su transformación espiritual».
La propia Emma de León, hoy directora general de Alpha España, se convirtió precisamente en un Alpha: «Me habían contado que Cristo había resucitado y yo lo creía, pero era como si después se hubiera ido al Cielo y Él hiciera su vida y yo la mía. No teníamos relación. Todo pasó durante una sesión dedicada al Espíritu Santo. Sentí un amor que jamás había sentido, el Amor de Dios, lloré sin consuelo, llena de bienestar y gozo. Con el paso de los días, todo era tan bonito… Pasé a ver que Jesús estaba vivo. Me enamoré completamente de Dios; era consciente de que Él amaba a cada una de las personas con que me cruzaba como me amaba a mí; eso me hacía tener una relación distinta con los demás. Con cinco hijos, me escapaba de casa a la iglesia porque necesitaba rezar. Era como si hubiese atravesado un desierto y, al llegar a un oasis, necesitara beber hasta saciarme».