El presidente de la Conferencia Episcopal Española ha inaugurado este viernes el Encuentro de Laicos sobre el Primer Anuncio
El arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Juan José Omella, ha inaugurado este viernes el Encuentro de Laicos sobre el Primer Anuncio animando a predicar el Evangelio, pues «es el encargo —ha dicho— que nos hicieron el día del Bautismo».
El purpurado ha entregado el discurso que tenía preparado y ha improvisado unas palabras. Entre anécdotas e historias, ha subrayado, por ejemplo, que «el Primer Anuncio no es dar una lección, sino sacudir el corazón» y que se puede evangelizar desde cualquier lugar.
También ha reivindicado a la Iglesia que, a pesar de la «arrugas del pecado», sigue custodiando el gran tesoro del Evangelio.
En el texto preparado y publicado en la web de la Conferencia Episcopal Española, hace una llamada a la conversión personal y comunitaria para evangelizar a los contemporáneos.
«No hay recetas para saber cómo anunciar a Jesucristo en el momento actual, pero sí que descubrimos que esa es nuestra misión y que no podemos seguir las inercias del pasado», refiere.
En este sentido, subraya que el contexto actual exige una apertura al Espíritu Santo «para que nos vaya mostrando nuevos modos de ser Iglesia para entrar en diálogo con el hombre de hoy, creyentes y no creyentes».
«Tenemos que ser una Iglesia en salida, que escucha y acompaña, dispuestos a dejar la autorreferencialidad, para recorrer caminos sin explorar, anunciando el Evangelio en las periferias, llevando la Buena Noticia de Jesús a toda la humanidad, especialmente a los pobres», agrega.
Citando al papa Francisco, el cardenal Omella reclama una opción misionera que lo transforme todo y que haga que costumbres, estilos, horarios, lenguaje y estructuras se conviertan en cauce para la evangelización y no para la preservación.
«La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral solo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida», manifiesta.
Según expresa, el primer anuncio exige que todos los bautizados tomen conciencia de la llamada a proclamar a Jesucristo con palabras y testimonio, pues «el primer anuncio no es una cuestión para expertos». «Todos somos corresponsables de anunciar a Cristo en nuestros ambientes, partiendo de nuestra vida cotidiana. Es muy importante el tú a tú en el anuncio del Evangelio y a esto estamos llamados todos nosotros», destaca.
Por tanto, el cardenal Omella muestra que no se trata tanto de transmitir «elocuentes discursos, sino de anunciar el kerigma», en definitiva, «ser capaces de tocar el corazón y la mente del interlocutor».
Que el mensaje de Cristo no pierda frescura
Durante la inauguración, también ha intervenido el nuncio del Papa en España, Bernardito Auza, que ha transmitido que «es necesario que el anuncio de la persona de Cristo y su mensaje de salvación no pierda nunca y en ningún momento su primitiva novedad y su frescura».
En este sentido, ha apuntado que hay que tener en cuenta que el anuncio del Evangelio se hace en un contexto concreto, en una sociedad líquida, donde el hombre está sumergido en «un continuo movimiento de cambio y desarraigo, evadiendo todo compromiso, también sustrayéndose de un amor penetrante, y buscando la última sensación o experiencia que va agrandando una situación fluctuante».
En cualquier caso, ha aclarado que los valores del Evangelio no pueden reducirse a las tendencias de la razón o de la fuerza en la lucha por la vida humana, sino a su principio y a su fin último: Cristo.
Tras afirmar que la evangelización pasa por el testimonio, ha ofrecido un consejo: «No nos dejemos nunca desanimar por la conducta de quienes, desgraciadamente, viven como si Dios no existiera»
El hilo conductor de esta jornada de viernes, que se ha completado con una presentación orante, lo ha llevado Dolores García Pi, presidenta del Foro de Laicos y miembro del Consejo Asesor de Laicos de la CEE, que hizo «memoria agradecida por los dones recibidos» desde la celebración del Congreso de Laicos hace ahora cuatro años.