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Olivia Maurel: «A veces, las mujeres se ven en la disyuntiva de elegir entre prostitución o gestación subrogada»

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Olivia Maurel nació por vientre de alquiler hace 32 años en Estados Unidos. Ese hecho marcó su vida, pues sigue en tratamiento por el trauma de haber sido separada de los brazos de su madre. Atiende a ECCLESIA tras reunirse con el Papa, a quien presentó su lucha contra esta práctica

La prostitución es sexo sin reproducción y la gestación subrogada es reproducción sin sexo». «Es necesario que los países combatan este mercado de bebés como combaten otros mercados que vulneran la dignidad humana». «Comprar bebés es diferente a adoptarlos». «No he hablado con una sola madre gestante que no eche de menos a su bebé». «No hay derecho a tener un hijo, pero los hijos tienen derechos». Afirmaciones de semejante contundencia y elocuencia se escucharon hace unas semanas en Roma durante la Conferencia Internacional para la Abolición Universal de la Gestación Subrogada. No fue casual que la cita tuviera lugar en Italia, pues este podría convertirse en el primer país que prohíba legalmente el vientre de alquiler, tanto en territorio italiano como a ciudadanos italianos en cualquier lugar del mundo. El trámite parlamentario está casi completado. 

Es el Grupo de Casablanca el que promueve con vigor la abolición universal de la gestación subrogada. Se trata de un grupo de 100 expertos de más de 75 países que suscribieron la llamada Declaración de Casablanca en marzo de 2023. El documento conmina a los gobiernos a que acometan medidas concretas para terminar con esta práctica y la prohíban. 

La portavoz de dicho grupo es Olivia Maurel, nacida por gestación subrogada. De alguna manera, ella combate su misma naturaleza, la forma en la que vino al mundo hace 32 años en Estados Unidos. Su padre tenía 37 años y su madre 48 cuando intentaron, sin éxito, tener un hijo. La pareja vivía en Francia, tenía posibilidades económicas y acudió a una mujer en Kentucky, que puso los óvulos y llevó a Olivia en su vientre durante nueve meses. Con poco más de 18 años, comenzó a sospechar que la historia de cómo vino al mundo no era como la de los demás niños. Fueron años turbulentos en su vida, se sentía perdida y así cayó en una espiral de autodestrucción. En 2022, supo la verdad a través de un test de ADN. No guarda rencor a sus padres legales y ha podido conocer a su madre biológica y la historia de necesidad económica que la condujo a tomar esa decisión. 

Desde que tuvo la certeza de su proveniencia, Olivia comenzó a hablar sobre los efectos perjudiciales que la gestación subrogada ha provocado en su vida. Lo hizo por redes sociales y ahora lo hace en parlamentos como el europeo, el croata o el checo, Naciones Unidas y en conferencias internacionales. Y así, llegó hasta el papa Francisco a través de una carta. Olivia conoció el caso de Ana Obregón quien, mediante vientre de alquiler, ha podido tener una nieta a partir del esperma de su hijo fallecido. Olivia escribió al Pontífice para contarle que le indignaba que en España los medios dieran voz a tal caso, especialmente, aquellos medios cuyo ideario presupone una visión integral de la dignidad humana. 

Francisco respondió a la misiva e invitó a Olivia a reunirse con él. En aquellos meses, el Pontífice hizo una clara condena de la práctica de la gestación subrogada, que definió como «despreciable» porque se aprovecha de una situación de necesidad de la mujer gestante. Abogó, además, por la prohibición universal del vientre de alquiler, afirmaciones que después se plasmaron en la Declaración Dignitas Infinita. Olivia, que se declara atea y feminista, apreció mucho estas palabras del Papa y así se lo hizo saber durante su encuentro en Roma. El Pontífice expresó su apoyo a la labor del Grupo de Casablanca. Esta activista asegura que Francisco demostró un gran conocimiento del negocio de la gestación subrogada, que, además, calificó de «mercado de mujeres y niños». Se sorprendió incluso de que el Papa conociera el proceso por el que las células de un hijo permanecen, incluso para siempre, en el cuerpo de la madre, un fenómeno que constituye otra forma más de unión entre la mujer gestante y su bebé.

Una misión

En Roma, ECCLESIA pudo conversar con Olivia tras su encuentro con el Santo Padre. La joven, que es madre de tres hijos, reconoce que sigue en tratamiento psicológico, y que quizá tenga que estarlo para siempre, debido al trauma de la separación de su madre biológica. «Lo que más me duele todavía a día de hoy es el haber sido separada de mi madre al nacer. El trauma del abandono. La crisis de identidad que sufres por no saber de dónde vienes», explica. Dice que sigue llorando por esta razón. Por eso, asegura que oponerse a la gestación subrogada no es deber solo de los católicos, sino que es una misión de todos aquellos que respetan la dignidad humana. De hecho, el Grupo de Casablanca es muy heterogéneo y aúna expertos y fuerzas de distintas procedencias, ideologías o credos. 

Porque nada tiene que ver el altruismo o la generosidad con una práctica que esclaviza a las mujeres necesitadas quienes, en muchas ocasiones, suscriben contratos draconianos por los que los pagadores estipulan desde si se pueden pintar las uñas, hasta qué pueden comer, dónde pueden viajar y quizá, lo que es más grave, la imposibilidad de decidir sobre su propia salud. «No existe un altruismo tal en la gestación subrogada. Es un negocio en el que muchas mujeres caen porque es una forma de obtener ingresos. A veces, se ven en la disyuntiva de elegir entre la prostitución o la gestación subrogada, lo que es horrible», lamenta Olivia con gran indignación. Evidentemente, conoce bien esta industria que somete física y psicológicamente a la mujer gestante y priva de raíces a los hijos. «Las mujeres son usadas y abusadas por toda la gente que está alrededor como clínicas, médicos, agencias… que ganan mucho dinero», denuncia. Mujeres que durante estos procesos se someten a hormonación y a los riesgos que conlleva un embarazo, desde los físicos a los mentales.

Olivia asegura que recibe presiones de parte de la industria de la maternidad subrogada y sus defensores, así como insultos y acoso en redes sociales. Pero eso no va a detenerla. Seguirá dando la batalla. 

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