El cardenal José Cobo constituye un grupo consultor externo al Seminario Conciliar con perfiles y experiencias novedosos y con mucho que aportar
Este año, el Día del Seminario —preferentemente el 19 de marzo, aunque en aquellas comunidades autónomas donde la solemnidad de San José no sea considerada festivo se celebrará el domingo, 20— viene marcado por el paso adelante que ha dado el Arzobispado de Madrid en materia de formación sacerdotal, al configurar un grupo consultor para el Seminario Conciliar con siete asesores externos al centro, entre ellos cuatro mujeres —tres laicas y una religiosa— y tres varones ordenados. Este equipo, creado en el mes de enero a instancias del arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, ya ha mantenido sus primeros contactos con el rector, José Antonio Álvarez, bajo las premisas que quedaron establecidas en su convocatoria: «Asesorar y conectar de forma más intensa la formación y actividades del seminario de Madrid con las necesidades y la vida cotidiana». Y qué mejor forma de pisar la calle e impregnarse de olor de oveja que contando con los necesarios puntos de vista del laicado, la perspectiva de la mujer en la Iglesia, la riqueza de la vida consagrada o las realidades del mundo rural y de la España vaciada.
Marta Medina Balguerías, profesora de la Universidad Pontificia Comillas, madre de familia numerosa y estudiante de doctorado en Teología Dogmática, es, a sus 32 años, la benjamina del grupo. «Cuando me lo propusieron, acepté con naturalidad. Se me pedía un servicio y sencillamente dije “sí”. Con ilusión, porque me parecía algo bonito y de lo que podía aprender, no pensé que fuera a ser algo tan mediático», reconoce. «Somos personas de edades diferentes, estados de vida diferentes, hombres y mujeres… La diversidad es una riqueza para el grupo. Yo, al ser la más joven, tengo menos experiencia, pero puedo aportar mi mirada, una mirada de estar presente en distintos ámbitos que vivo de manera conjunta, no como en departamentos estancos, como pueden ser mi vocación al estudio, la docencia, la maternidad o la pastoral. Creo que un sacerdote debe formarse en distintos ámbitos que, además, se alimenten unos a otros», añade.
Leticia Arroyo, por su parte, aportará su experiencia como catequista de la parroquia Santos Apóstoles Felipe y Santiago el Menor, en el barrio de La Elipa, mientras que Julia Parra —también docente— sumará desde esa pastoral social con la que lleva décadas colaborando, desde Cáritas hasta Manos Unidas. Por último, Julia García Monge, religiosa calasancia, ofrecerá la sabiduría y visión reposada de la vida consagrada. «Me quedé sorprendida cuando don José Cobo me hizo la propuesta de formar parte del equipo», cuenta a ECCLESIA. «Nunca se me hubiera ocurrido pensar que me harían esta propuesta. Y solo pude expresar las limitaciones que yo me veía. Lo único que podía aportar era mi mucho amor a la vida consagrada y a la Iglesia, y el conocimiento que ha supuesto el haber estado en el servicio a mi Congregación, a la FERE, la CONFER y ahora en la Vicaría para la Vida Consagrada. Y don José me contestó: “Con eso te basta”. Después, leyendo con tranquilidad los objetivos que se señalaban, me quedé sorprendida de que no se hubiera puesto en funcionamiento antes, dado ya que el mismo san Juan Pablo II lo indicaba en Pastores dabo vobis, en el año 1992», indica.
Entre los hombres, tres sacerdotes: Rafael Herruzo, párroco de Nuestra Señora de Europa, José Manuel Sacristán, cura rural —80 años, 55 de ministerio— en la localidad de Canencia, y Lorenzo de Santos, director del Instituto Superior de Pastoral. «Nuestro aporte debe venir en primer lugar desde nuestra propia experiencia personal, en mi caso, como cura diocesano con 38 años de ministerio presbiteral. Es toda una andadura de servicio a la Iglesia, que, además, me va a seguir permitiendo aportar a la relación entre diócesis y seminario», explica De Santos. «Y luego, como profesor, me gustaría poder ofrecer una reflexión teológico pastoral al proyecto formativo», agrega.
El papel de la mujer
Más allá de los titulares y de lo llamativo en cuanto a mujeres y laicas, el grupo consultor «responde fundamentalmente al espíritu y el sentir del nuevo plan de formación de la Iglesia en España, en el que se manifiesta que todo el pueblo de Dios es responsable y debe contribuir a la formación de los futuros sacerdotes», explica el rector del centro. «La presencia de mujeres y laicas nos sirve a seminaristas y sacerdotes para ser muy conscientes de que somos un pueblo unido, que caminamos juntos y que las diversas vocaciones en la vida de la Iglesia nos complementamos y nos enriquecemos. Todos nos necesitamos», sentencia.
Para García Monge, «la presencia de la mujer y, en mi caso, de mujer consagrada, puede aportar una mirada misericordiosa, signo de la ternura de Dios para cada persona. Necesitamos no solo que la Iglesia sea maestra, sino, sobre todo, madre. Con humildad y sencillez, la vida consagrada femenina tiene mucho que aportar sobre el cuidado de los miembros más débiles, la atención a los pobres, la cercanía y sencillez. Y hay otro aspecto, no menos importante: su experiencia de caminar juntos en fraternidad y su dimensión misionera».
Hasta la fecha, el grupo consultor ha mantenido una charla con el rector, una primera toma de contacto a la que, en los próximos meses, se irá dotando de estructura, periodicidad, temática y orden del día, atendiendo a «una agenda concreta y coordinada, teniendo en cuenta las posibilidades que ellos tienen en su vida diaria», aclara José Antonio Álvarez. El siguiente paso, según el plan, se encamina a trabajar entre todos el plan de formación de la Iglesia en España: leerlo juntos, compartiendo retos, posibilidades y elementos a subrayar, tanto a nivel pedagógico como disciplinar y eclesial. Los seminaristas y el equipo de formadores han recibido la noticia «con una actitud muy positiva, ya que todos entendemos que el proceso de la formación sacerdotal es un camino que siempre está en construcción, nunca podemos pensar que está plenamente realizado», señala el rector.
Por último, y en relación con el carácter pionero de la iniciativa, García Monge asegura que no sabe «si se está marcando el camino desde Madrid, pero estoy segura de que en los seminarios de España, según Pastores dabo vobis, el plan de formación y el Sínodo, se estarán replanteando la presencia de los laicos, matrimonios y consagrados. Es verdad que nos cuesta acoger la novedad, pero entre todos iremos haciendo camino, con la certeza de que el Señor nos acompaña».