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Baldaquino de San Pedro de Bernini

Un nuevo Baldaquino de Bernini

Ya están en marcha los trabajos de restauración de esta obra que cubre la cripta donde está enterrado san Pedro. Se prolongarán durante diez meses

Los peregrinos y turistas que visitaban la mañana del 21 de febrero la basílica de San Pedro, miraban con sorpresa el despliegue de obreros, andamios y fotógrafos que apuntaban a la misma dirección. Comenzaba el andamiaje del Baldaquino de San Pedro anunciado a principios de año. Diez meses se van a emplear para restaurar la majestuosa obra de arte que nos da la bienvenida en el altar mayor de la basílica y que cubre la cripta donde está enterrado el apóstol Pedro. 

El monumento se va a restaurar in situ, ya que trasladar las 63 toneladas de peso y más de 28 metros de altura de la obra, como diez pisos, se antojaba una empresa casi imposible. En cualquier caso, la limpieza no dificultará ninguna de las ceremonias que tendrán lugar en el templo hasta finales de año. Por ejemplo, en Semana Santa, el Baldaquino se cubrirá con una tela para no distraer la atención.

Está previsto que la restauración se concluya a finales de noviembre, poco antes de que se abra la Puerta Santa con la que comenzará el gran Jubileo del año 2025. Es precisamente ese el motivo por el que el Vaticano se ha embarcado en esta iniciativa. 2025 es, además, el cuarto centenario de la Dedicación de la nueva basílica vaticana, llevada a cabo bajo el pontificado de Urbano VIII Barberini. 

La última limpieza en profundidad se produjo hace más de 250 años, en 1758, y por ello, los técnicos de la Fabbrica de San Pietro y de los Museos Vaticanos procederán con sumo cuidado para preservar el dorado bronce de la obra, sus mármoles y maderas. Cuentan con unas 6.000 fotografías hechas con drones que permitirán restaurarlo al detalle.

La obra necesitaba ya una intervención, puesto que la superficie está cubierta por una pátina oscura que incluso ha opacado los ricos bronces del Baldaquino procedentes, a su vez, de otro ilustre monumento de Roma, el Panteón de Agripa. Esta mezcla de suciedad y polvo ha afectado especialmente a la parte superior, donde las intervenciones de mantenimiento eran nulas. Así, en el cielo del Baldaquino, donde se encuentra el bajorrelieve de la paloma del Espíritu Santo, el bronce presenta alteraciones que requieren una intervención. Por su parte, la madera ha padecido dilataciones y compresiones. 

El Baldaquino es un monumento único que unió a dos genios enfrentados posteriormente, Gian Lorenzo Bernini y Francesco Borromini, quien participaría en ella a partir de 1629. El papa Urbano VIII encargó esta obra a Bernini cuando este tenía solo 25 años. El maestro barroco empleó diez en concluirla, de 1624 a 1633. Urbano VIII quiso dejar su huella eterna en la basílica con un baldaquino permanente sobre los restos del primer Papa continuando con la costumbre paleocristiana por la que los mártires eran enterrados, no solo bajo los altares sino también bajo palio. Tras la restauración podremos ver el Baldaquino tal y como Bernini se lo presentó al Papa Barberini. 

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