Católicos y científicos: María Montessori, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
El próximo 8 de marzo se celebra el Día internacional de la Mujer Trabajadora, por lo que llaman a esta la Semana de la Mujer. Por eso viene a colación hablar de María Montessori (1870-1952), que fue trabajadora, además de científica y católica.
Nominada hasta tres veces para el Premio Nobel de la Paz (1949, 1950 y 1951), esta mujer fue la primera italiana en licenciarse en medicina en 1896. Se la considera la madre de la pedagogía científica, creadora del internacionalmente conocido como Método Montessori, vigente hasta nuestros días.
Hay mucha información sobre María Montessori, aunque puede que haya quien no la conozca. Para que eso no ocurra a quien lea este artículo, recomiendo por ser gratuita la lectura de un interesante artículo sobre ella. Se crió en una familia católica practicante, de esas que algunos hoy llaman familia tradicional, creyendo por ello que están obsoletas. Pronto se interesó por la investigación psiquiátrica aplicada a los niños deficientes mentales con dificultades de aprendizaje. Sus observaciones científicas la llevaron a descubrir la capacidad que tienen los niños para absorber (casi sin esfuerzo) conocimientos de sus alrededores, así como el interés que éstos tienen por materiales manipulables. De este modo descubrió lo que los niños hacían “naturalmente”, es decir, por sí mismos, sin ayuda de los adultos: aprender.
La experiencia educativa montessoriana empezó a materializarse el 6 de enero de 1907 con la inauguración de la primera «Case dei Bambini». En 1911 dejó la medicina, y un más que cómodo y relevante futuro, para dedicarse enteramente a la pedagogía, peor considerada y menos remunerada. Poco después nacería su método, el denominado Mátodo Montessori, que nació como resultado de la mezcla y fusión de conocimientos científicos (médico-fisiológicos, neurológicos, antropológicos), de observaciones en los niños, de prácticas anteriores (se desarrolló con la experimentación del material), de preocupación social, ideales feministas, demandas religiosas y fuerte espiritualidad. Así, desarrolló una metodología con la cual les enseñó a leer y a escribir, y con el mismo sistema comenzó a educar a niños normales, consiguiendo que leyesen, escribieran, sumaran, etc., a edad mucho más temprana de lo habitual. El Método Montessori sería mundialmente conocido y ha llegado hasta nuestros días: no hay más que entrar en tiendas educativas de la red y poner Montessori para ver a la venta elementos de aprendizaje por ella ideados. Su actividad encontró pronto apoyo de católicos como el padre Semeria, o las Franciscanas Misioneras de María.
Mientras tanto en España se expulsaba al catolicismo de las escuelas, el laicismo fomentaba el menosprecio a la fe católica en relación a la enseñanza. Hoy se ensalza en este sentido la Institución Libre de Enseñanza, el Instituto Escuela, etc., precisamente porque su existencia es desconocida incluso por los propios españoles, no digamos fuera de España, donde se hacía famoso el método Montessori que integraba enseñanza novedosa con religión católica. ¿ Han llevado a cabo algún gesto de recuerdo a Montessori quienes no paran de gastar en recordar lo local? No. Es difícil no ver en ello una versión ideológica de la historia de la pedagogía.
Montessori reelaboraría la clasificación de discapacidad mental de la época en su obra «Normas para una clasificación de los deficientes en relación con los métodos especiales de educación», que presentaría en el II Congreso Pedagógico Italiano. En su planteamiento diría «Falta la educación sentimental que, basada en la educación religiosa, podría servir de estímulo, de freno y de guía precisamente en las decisiones de la voluntad», todo lo cual sería
Entre 1900 y 1906 dio clases de Antropología e Higiene en el «Istituto Superiore di Magistero Femminile» de Roma. En aquellos años estaba estudiando filosofía, pedagogía y antropología, se matriculaba, en 1903, en la Facultad de Filosofía. El fruto más importante de este período de trabajo científico fue Antropologia pegadogica, en la que se alejaba del materialismo.
Montessori tendía a unir cada vez más ciencia y atención a la espiritualidad, admoradora de Tolstói. También en 1906 se produjo una importante controversia entre Montessori y la feminista laica Anna Maria Mozzoni, que hablaba de «Eva moderna»: Montessori oponía a esta figura la de la «maternidad social» de María de Nazaret. Ese mismo año presentó, junto con Mozzoni, una petición al Parlamento para que aprobara el voto de las mujeres, esto es, el sufragio femenino en las consultas electorales. También comenzó a interesarse por la emancipación de la mujer y, en 1896, participó en Berlín en el primer Congreso del «International Council of Women» sobre los derechos femeninos, con un notable éxito.
En 1913 viajó por primera vez a Estados Unidos, invitada entre otros por Alexander Graham Bell –a quien se atribuya la invención del teléfono- y su esposa Mabel, dando conferencias sobre su método e inaugurando la Asociación Educativa Montessori. En 1917, en plena Monarquía Parlamentaria católica de Alfonso XIII, el gobierno español la invitó a inaugurar un instituto de investigación.
En 1922 fue nombrada inspectora de escuelas en Italia, pero durante la Segunda Guerra Mundial se exilió a España, Holanda e India –donde permaneció largos períodos de tiempo invitada por importantes miembros de la Teosofía, para enseñar su método- por su posición anti-fascista.En 1951 se retiró como conferenciante y regresó a Italia tras 14 años de exilio para reorganizar las escuelas e ingresar como docente a la Universidad de Roma. Falleció en 1952 en Holanda, tras aportar al mundo de la pedagogía un nuevo método y el material didáctico que todavía hoy es de gran ayuda en el período de formación preescolar. En España Víctor García de la Hoz, del Opus Dei, aplicaría también principios de la pedagogía personalizada de Montessori.